Después de que el presidente Danilo Medina pronunció el discurso de renunciación, Reinaldo Pared, presidente del Senado y secretario general del PLD, reveló que no fue por la llamada de Pompeo que Danilo paró en seco su propósito de reformar la constitución para intentar reelegirse.

No fue por presiones de poderes fácticos sino por la íntima convicción del presidente Danilo Medina de que aun teniendo los votos para reformar la Constitución no lo hizo porque la reforma sería legal, pero no legítima, lo que fue motivo fundamental para ordenarle a Reinaldo que “aguantara”.

Ahora que dirigentes como Elías Wessin Chávez, Pelegrín Castillo,y la vicepresidenta Margarita Cedeño puntualizan su oposición a la unificación de las elecciones, por temerse que sea el telón de fondo para rehabilitar al presidente Medina hacia las elecciones de 2024, cabe reflexionar.

Primero que la oposición de la Vice envía la señal de que la Casa de Gobierno luce dividida en un tema tan relevante, lo que debería ser recibido por el presidente como señal de mal augurio.

Una rehabilitación del Presidente para imponer a un precandidato que se echará al hombro (admitido por su entorno está) intervenir con el poder del Estado en el proceso electoral interno de su partido, primero y en el nacional después, producirá un grave daño al sistema político, social y económico que ni el país, ni el presidente Medina ni su familia necesitan.

Al Presidente le sobran recursos para aprobar una reforma constitucional encaminada a lograr su rehabilitación para ser candidato en 2024, pero volverá a encontrarse con el mismo pecado original que lo llevó a la primera renunciación: Que la tal rehabilitación podría ser “legal”, pero igual ilegítima.

Siendo que más de partes del pueblo ha indicado por diferentes vías que por ahora no quiere reformas constitucionales, la llamada reforma pro rehabilitación también sería ilegítima.

La rehabilitación legítima del presidente Medina es la de los compromisos que hizo al país en su discurso de renunciación, cuando dijo que al final de su segundo mandato quiere caminar las calles tranquilo como cualquier ciudadano, y satisfecho del deber cumplido.

El camino de la legitimidad es cumplir el compromiso que hizo en ese discurso de contribuir a organizar elecciones limpias lo que significa no meter la mano larga del Estado en los procesos electorales de los partidos ni en los nacionales.

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