Sobre todo, ¿sabes qué hacer con ellas para que no te roben tu energía?
Todos conocemos ese tipo de personas que a nuestro alrededor generan un malestar que pocos están dispuestos a soportar. Lo malo es que por una razón u otra se pasan la vida drenando nuestras energías y contagiándonos.
Sí, ya sé: Reconoces esos tóxicos desde que entran por la puerta. ¿Y a los que están siempre en nuestras vidas? Como familiares, compañeros y amigos a quienes nos hemos acostumbrados.
¿Te has dado cuenta que después de pasar una jornada con ese tipo de personas sales con más similitud con ellos que contigo? Llegamos a casa y le hablamos mal a los nuestros. Ni decir lo que nos pasa en el tránsito, ese día es todo peor que nunca. Nos hemos dejado contagiar.
Reconocerlos no es tan difícil:
•Su lenguaje es pasivo-agresivo: Emiten sus quejas a personas que no tienen que ver con lo que les pasa o no les gusta. Su agresividad de expresión nos abarca y aprieta y nos deja con poco aire.
•Nos llevan a hablar de manera agresiva: Sin darnos cuenta estamos en la misma frecuencia, hablamos alto y de manera acometedora. Parece una pelea de perros, aunque estemos defendiendo el mismo punto de vista.
•Chantajean emocionalmente: Cuando sentimos la obligación de hacer algo para alguien, muy probablemente estemos sintiendo una deuda. En algunos casos, es creada por quien recibirá el beneficio. Lo podemos descubrir cuando dicen frases como: “Tú nunca…”, o cuando decimos: “Tengo que…”.
•Se quejan en demasía: Por todo lo que les pasa sale una víctima de dentro de su ser. Todo les molesta; a sus ojos, todos hacemos las cosas mal; por más profesional que sea alguien ellos siempre tienen una mejor forma de hacer las cosas. Además, dicen tener una solución para cada gran problema.
Son muchos más los síntomas identificables, lo que deseo es que descubras a esas personas y decidas qué harás cuando tengas que compartir con ellas: ¿Te dejarás contagiar o romperás el círculo vicioso?
