Algunos medios nacionales publicaron ayer la información de la Americas Society/Council of the Americas (AS/COA), de que por segundo año consecutivo nuestra República Dominicana eleva su capacidad de lucha contra la corrupción.

Para algunos es una noticia irrelevante, de escasa importancia. Pero tanto para el clima social y político interno como para la buena imagen y el buen nombre internacional de RD se trata de una buena nueva.
Para un país como el nuestro, que necesita de manera perentoria de las inversiones y el turismo, contar con una buena imagen a nivel internacional es un factor muy positivo.

Para los inversores internacionales, que cuidan tener sus capitales en países que les garantizan adecuadas reglas de funcionamiento. Y para el visitante común, que busca descansar y disfrutar de un país en el que se respetan las normas de convivencia.

Pero, ¿se imagina el lector cómo estaríamos si a las calamidades que nos han impuesto, que han impuesto al mundo el COVID y la invasión rusa a Ucrania, en los últimos dos años tuviéramos grandes ocurrencias de corrupción y toda la crispación que acarrearían los consecuentes reclamos y protestas?

Es indudable que tendríamos un clima político y social mucho más enrarecido, con un encendido debate político que generaría adicionales distracciones y contradicciones que nos apartarían más la atención que debemos concentrar en los temas esenciales de la agenda nacional.

Hay otro tema no menos importante. La corrupción roba recursos que son indispensables para atender las tantas necesidades que el estado y la sociedad deben asumir.

A las carencias que ha sumado por años la deuda social, que no hemos atendido, se suman ahora la necesidad de subsidios sociales adicionales por la cobertura sanitaria del COVID y sus variantes y para mitigar el impacto inflacionario en los precios de los combustibles, del transporte y de las materias primas, en alza.

Probablemente para quitar impacto a la buena noticia de la mejora de RD en la lucha contra la corrupción, hemos visto cómo circulan en las redes el mensaje de una figura del espectáculo afirmando que no importa que la familia del pasado gobierno se robara gran parte de los fondos públicos, si creaban las condiciones para quitar el hambre a la gente.

Pero resulta todo lo contrario, el dinero público que se roba se le resta a la calidad de vida de la gente, incluyendo la satisfacción de sus estómagos.

De modo que en lo relativo a la ética administración de los fondos públicos, y a mejorar la lucha del país en contra de la corrupción, el gobierno de Luis Abinader también está materializando un importante cambio.

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