Prestamos pinceladas al jurista Emilio Aquino Jiménez, quien escribe sobre la violencia policial y la discriminación, reflexión a propósito de los acontecimientos de George Floyd y “La Soga”.
El gesto de miembros de la policía en varios Estado de los EEUU logró en algunas ciudades lo que las balas no habían logrado, bajar las tensiones provocada por la muerte de tinte racista contra el Afroamericano George Floyd. Según se aprecia, ciudadanos que formaban parte de los reclamos se acercaban a los policías de manera decente e incluso intercambiaban saludos.
Al parecer la violencia no es la respuesta, por el contrario, donde la policía respondía con violencia las acciones de los protestantes fue extremadamente violenta, sin mencionar que en muchos lugares degeneró en actos vandálicos que fue necesario contener con toque de queda. Los hechos acaecidos en los Estados Unidos no son ajenos a lo que sucede en la República Dominicana.

La reciente muerte del ex policía Fernando de los Santos (La Soga), se puede resumir en que una institución de protección ciudadana como la Policía Nacional mantiene en su estructura los “equipos” que tienen el encargo de ubicar, perseguir y asesinar a supuestos delincuentes. Sin embargo, los problemas que genera este tipo de acción ejecutada por las autoridades es peor que el mal que trata de erradicar. Además de la discriminación por ser pobre y de barrio, esconde una violencia estructural desde el Estado.

También genera desconfianza de la ciudadanía en los miembros de la Policía Nacional, ya que las acciones cometidas por la policía no se alejan de los actos que cometen los propios delincuentes.
Por otro lado es frecuente que los miembros de la Policía Nacional se convierten en cómplices de los delincuentes que deberían perseguir, utilizan el permiso que tienen para asesinar, para chantajear, obligando a que compartan los beneficios de sus fechorías para evitar ser asesinados. Otra aberración es que muchos miembros de los “equipos” terminan convirtiéndose en asesinos por encargos (sicarios), llegan a ver el asesinato como algo cotidiano y natural, pues no reciben consecuencias.

Finalmente es imposible convivir de forma pacífica sin respeto a la ley, estar por encima de la ley llevaría a que no solo asesinaran supuestos “delincuentes”, sino que mataran porque alguien rozó su vehículo. Esto último sería el descalabro de cualquier sociedad, que quienes deben cumplir y hacer cumplir la ley sientan que están por encima de ella.

Los hechos acaecidos en Estados Unidos solo han evidenciado a la sociedad un problema que ha estado siempre, sin ser enfrentado. En la República Dominicana los intercambios de disparo, la muerte de supuestos delincuentes por parte de la Policía es parte del mismo mal. Los muertos siempre los pone la franja más pobre de la sociedad, por tanto, es un acto de discriminación tan asqueante, como la discriminación por el color de la piel. Es necesario frenar la pandemia de matar “delincuentes”, pues eso es aplicar pena de muerte, pero sin proceso penal justo.

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