Un informe reciente sobre la penetración del alquiler de viviendas por períodos breves para fines turísticos en República Dominicana es para un toque de alarma que convoca a las autoridades y a las instituciones turísticas a mirar con atención el tema y poner orden. Los datos sobre la presencia de esta nueva modalidad, que se expande a velocidad vertiginosa, dicen que en el año 2022 teníamos 86 mil habitaciones en hoteles y 83 mil en plataformas de alquiler vacacional por corto tiempo. Estima que ya en el 2023 esta última modalidad tiene 87 mil habitaciones.

Esto nos dice que avanza más rápido que la construcción de hoteles de cualquier característica. Pero, lamentablemente, sin que existan reglas que garanticen que este servicio cumple los requisitos mínimos para asegurar que su irrupción en el mercado no se convierta en una amenaza para nuestra industria turística formal.

El reporte indica que la provincia La Altagracia en cuyo territorio está Punta Cana, nuestra principal zona turística, y Bayahíbe, tenía el año pasado más de 51 mil habitaciones, pero en las plataformas de alquiler de corto tiempo sumaba 13,323.

También Puerto Plata, segunda provincia turística, tenía 12,405 habitaciones hoteleras y las ofertadas en plataformas de alquiler vacacional la superaban con 14,680. Santiago con 1,397 habitaciones en hoteles, tenía 8,817 en alquiler vacacional.

El Distrito Nacional con 754 habitaciones en hoteles, ofertaba 18,335 en plataformas de alquiler turístico; Samaná con 3,192 en hoteles, presentaba una lista de 6.519 en la modalidad emergente. La provincia La Vega con 915 en hoteles, reportó 4,721 en alquiler vacacional. En esta provincia están los municipios Constanza y Jarabacoa que tienen una oferta de pequeños hoteles, pero miles de cabañas y villas en proyectos habitacionales, que ahora están en el mercado a través de las plataformas digitales de alquiler.

La Romana provincia con una interesante oferta hotelera con 1,592 habitaciones, tiene ya 3,862 en alquiler de corto tiempo. Esto incluye las villas y apartamentos en sus residenciales turísticos y en la propia zona urbana de la ciudad de La Romana.

Un reporte reciente sobre la decisión de un tribunal de limitar la presencia de Airbnb en la ciudad de Nueva York indicaba que la expansión de esta empresa de alquiler vacacional estaba provocando el encarecimiento del alquiler de viviendas. La corte impuso importantes limitaciones y controles al negocio.

Esta modalidad se expande rápidamente y tiene tanta incidencia que el Ministerio de Turismo ha tenido que incluirla en sus estadísticas. Es un cambio difícil de revertir, pero no es imposible organizarlo y adoptar regulaciones de cumplimiento obligatorio, para que no genere problemas que provoquen descredito a República Dominicana como destino turístico. No es un simple tema fiscal, es un cambio de grandes dimensiones que debe ser organizado.

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