Llegó el 2024 y al igual que en todo nuevo año, las personas hacen una lista de propósitos, se plantean metas que esperan poder alcanzar en el breve tiempo de 12 meses. Las promesas no faltan. Es una nueva oportunidad de corregir, de retomar y en algunos casos, empezar de cero.

Aunque todo nos indique que lo mejor es mirar hacia adelante, es inevitable, de vez en cuando mirar al pasado. Es imposible no sentir tristeza por todo lo que, quizás y muchas veces sin quizás, debimos dejar atrás. A veces es muy pronto para curar esa herida que tanto nos dolió, aunque por fuera luzca cerrada, el dolor no termina y la cicatriz solo cubre la hemorragia incontenible, mortal.

Solo en la recta final de un año y en el despertar de otros nuevos 12 meses, logramos entender cuántas cosas pueden pasar en un período de tiempo tan corto. Así es. La vida puede cambiar del cielo a la tierra,  para bien o para mal en solo 365 días. Solo cuando hacemos un recuento de lo vivido lo podemos notar.

Cada quien tiene su historia. Cada uno sabe con toda certeza si recibió lo justo o si una vez más, fue víctima de la injusticia. Todos sabemos en que fallamos, en que nos equivocamos, lo que hicimos mal, lo que hicimos bien.

Del mismo modo, cada año deja experiencias diferentes en cada uno de nosotros. Cada nuevo año ofrece oportunidades distintas que deben ser aprovechadas. 

Pero, no importa que tan bien o mal nos haya ido, debemos seguir adelante, no importa lo que perdimos,  ganamos experiencia y eso nos servirá todo la vida. Ahora, de cara al 2024, el propósito principal debe ser vivir, sin importar lo difícil que resulte a veces. Vivir, solo eso, vivir.

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