El debate sobre la administración de los bienes incautados al narcotráfico y el lavado de activos tiene aristas que se ven y que no se ven, y como decía Juan Bosch: “A veces, las cosas que no se ven son más importantes que las que se ven”. El Ministerio Público está empeñado –y hace lobbismo casi indiscreto en ese sentido- en que se ponga bajo su responsabilidad la administración de esos bienes. La DNCD y el ministerio de Defensa, entre otras instancias oficiales, se oponen a tales pretensiones. ¿Qué es lo que se ve ahí? Una aparente disputa de poder entre la autoridad ejecutiva en la lucha contra los narcotraficantes y lavadores y el Ministerio Público, que se coloca en estos, como en otros casos, debajo de la mata a esperar que el mango madure y caiga. ¿Y lo que no se ve? Que desde hace mucho tiempo hay un pulso, más bien un pulseo, desde ciertas instancias judiciales por dirigir, controlar, narigonear, jefear, sobre la autoridad que persigue y reprime el delito. Ya antes, ha trascendido la confrontación de criterios por las actuaciones de la Policía Científica y el rol preventivo del cuerpo del orden. Ahora, estamos frente a una nueva página. Mientras, los de uniforme janguean en barrios, callejones, aldeas, caminos y otros lugares tras los delincuentes. ¿Y los otros? Echándose fresco, en cómodas oficinas climatizadas. ¡Qué bueno es así! ¿Eeeh..?
Tuche
Los “banqueros” de apuestas rebeldes a pagar derechos de autor y de propiedad intelectual por el uso de los signos, marcas y plataforma de los sorteos de quiniela-palé, están “tuche” tras la sentencia de un tribunal que parece haber demolido sus alegatos sobre la vigencia de un decreto por encima de una ley y tratados internacionales con rango constitucional. De todas formas, sé que hay quienes promueven vías de diálogo y entendimiento para que las lanzas y las hachas se tornen en colaboración entre las partes enfrentadas. Hablando es que la gente se entiende, dice un refrán…
