El origen de las instituciones privadas de educación superior en América Latina está vinculado a la sobredemanda en las instituciones de educación pública y a los nuevos paradigmas de calidad de la segundad mitad del siglo XX.
Se crearon instituciones privadas de educación terciaria de élite (laicas y confesionales) y otras organizaciones de educación técnica que acogen poblaciones aspirantes a una titulación para su colocación en los mercados laborales y para satisfacer sus necesidades de movilidad social y económicas.
La evolución de estas instituciones en toda la región tiene importantes implicaciones en la Educación Superior, y obviamente, en sus procesos de desarrollo.
De ahí que resulte significativo el estudio de este fenómeno y sus consecuencias. En una mirada retrospectiva, podría decirse que es un fenómeno positivo por su compromiso mismo con la democracia; sin embargo, su trayectoria nos plantea algunas preocupaciones.
Estas instituciones, dependientes de la matrícula de sus estudiantes, priorizan las ofertas de carreras cuyos requerimientos de inversión no son altos. Además, no tienen políticas restrictivas de admisión, sus recursos son canalizados primordialmente hacia su función docente, en detrimento de las demás dimensiones de una universidad (investigación, innovación y servicio).
Las mismas regularmente poseen infraestructuras y equipamiento inadecuados, no tienen políticas de reclutamiento ni de cualificación de sus docentes. Asimismo, exhiben debilidades tanto en su gestión académica como en su gestión administrativa y algunas de ellas son manejadas como empresas familiares.
En su momento, esta fuerte demanda de educación privada de bajo costo, dada su alta rentabilidad, estimuló la creación de nuevos proveedores de servicios educativos, y rápidamente el nuevo mercado se convirtió en altamente competitivo.
Si sumamos a este escenario el alto costo de los insumos educativos necesarios para mantener los mínimos requeridos por los sistemas nacionales de regulación estatal -creados como respuesta a este modelo neoliberal- comprenderemos la evolución de estas instituciones hacia la diferenciación en la búsqueda de su sostenibilidad.
Nos referimos a instituciones exclusivamente para formación en el área de negocios, para postgrado, o para educación virtual; instituciones que tuvieron que fusionarse, que fueron cerradas, o tuvieron que “reinventarse”.
Este proceso comienza a generar un crecimiento menor en la Educación Superior privada en los países de la región. Parecería que algunas sociedades pasaron factura al exceso de mercantilización en este sentido.
En esta década estamos ante una dinámica aún más compleja de instituciones privadas. Por un lado, sobreviven muchas instituciones, aquellas que simplemente “absorbieron la demanda”, pero que siguen exhibiendo significativas debilidades, y por otro lado, se fortalece la mayoría de las instituciones de élite, religiosas y no religiosas.
Al mismo tiempo, instituciones externas entran a disputarse el mercado, ofertando servicios que representan un desafío para las regulaciones estatales, y una nueva situación competitiva para las instituciones nacionales. l