El régimen sancionador

Es inevitable que haya delitos, no importa que las autoridades den lo mejor de ellas y hagan todo lo posible por evitarlos. No pueden introducirse en las mentes individuales de los diez millones de dominicanos, y contamos los menores. Cada día se…

Es inevitable que haya delitos, no importa que las autoridades den lo mejor de ellas y hagan todo lo posible por evitarlos. No pueden introducirse en las mentes individuales de los diez millones de dominicanos, y contamos los menores. Cada día se daña o se corrompe una persona, al margen de los causales enraizados en la sociedad.

Lo grave es que las personas cometan los crímenes y delitos y no haya sanción, y si la hay, que no sea cumplida, hasta el último día.

Cuando los delincuentes, sea que hayan cometido un robo de típica ratería, o de marca mayor, descubren que pueden ser capturados, e incluso procesados, y pueden recuperar la libertad rápidamente, y que determinado rango de autoridades no sepan cómo, es que se torna más incierto mantener la paz ciudadana.

Siendo así, cualquier persona llega a la conclusión de que puede violar la ley sin consecuencias, y volver por sus fueros.

Violadores de las leyes podrían ser condenados. Encuentran la libertad por vía condicional amparados en las fórmulas contenidas en el Código Procesal Penal. Vuelven a las calles y cometen una violación. Tienen la ventaja de que el régimen de reincidencia los favorece enormemente. Si estuvieron ante el juez por robo y luego lo capturan por narcotráfico no se puede hablar de reincidencia. Y así por el estilo.

Es inevitable hablar del último acto del conductor de la patana envuelto en el accidente en la carretera Sánchez-Samaná, en el que murieron 18 inocentes y otros 15 resultaron heridos. Un hecho que conmocionó al país. Se suponía que lo menos que podía ocurrirle al irresponsable era que lo despojaran por siempre de su licencia de conducir, y lo condenaran al cumplimiento de alguna pena.

Nada. Ahí anda, libre, y tuvo la osadía de atravesar la Winston Churchill montándose sobre la ciclovía, es decir, el carril especial para uso de ciclistas.

Por eso vemos cómo decenas prueban en robos, asaltos, estafas y otros crímenes. Podría ser fácil salir, pensarán. Quizás persuadidos de que el régimen de consecuencia hará agua en algún tramo del proceso. 

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