Desempolvando la Memoria: Administración, industria y mundo urbano en Saint Domingue en el siglo de las Luces (II)

En esta segunda parte de nuestro artículo y siguiendo nuevamente a David Geggus, autor trabajado en nuestro doctorado de Historia del Caribe, incursionaremos en la vida social de esta colonia en los años previos a las revoluciones liberales atlánticas, antes de que saltara en mil pedazos el Antiguo Régimen y sus monarquías absolutistas.

La capital de Saint Domingue fue Port au Prince, lugar donde residían las máximas autoridades de la colonia francesa: el gobernador, el intendente y sus equipos de trabajo en el gobierno. La ciudad se fundó en 1749 y sustituyó como capital administrativa a Petit Goave y Leogane. Solo fue retada brevemente en sus funciones en 1749 por Le Cap, aunque su liderazgo no siempre fue claro porque en tiempos de guerra el gobernador abandonaba la capital por sentirse más seguro en Le Cap, donde su equipo de gobierno siempre tenía oficinas abiertas.

Saint Domingue fue divido en tres provincias, la norte con capital en Le Cap, la oeste con Port au Prince y la sur con los Cayos. La jerarquía se distribuía por la cantidad de población y en función de ello, la autoridad de gobierno tenía más o menos poder.
Siempre estuvieron supervisadas, al menos, por un oficial militar que representaba al gobernador y otro civil al intendente. En las poblaciones del interior la autoridad recaía en un procurador. La isla tenía diez cortes de primera instancia, las superiores estaban ubicadas en Port au Prince y Le Cap donde los requerimientos del comercio eran siempre urgentes.

En cuanto a la defensa militar, toda población tenía sus propias baterías; se podría decir que los núcleos urbanos desempeñaban labores militares adecuadas a su posición estratégica defensiva. La plaza de armas urbanas era donde se reunían las milicias. Los principales centros militares fueron Mole Saint Nicoles y Fort Dauphin, ambos lugares listos para repeler ataques a la isla. El primero, como estación naval en la línea de costa bien pertrechado para proteger los puertos; el segundo, cerca de la frontera con el territorio español, dotado de un fuerte militar que controlaba una situación estratégica para enfrentar ataques por tierra. Aunque con el paso del tiempo Le Cap francés se erigió como la posición más estratégica, sobre todo para estar precavidos frente a Port Royal en Jamaica y La Habana en Cuba. Las guarniciones militares de la isla superaban los 2500 hombres, un número de lejos mayor que los de las guarniciones de La Habana y Cartagena de Indias.

La industria manufacturera fue excluida del mundo urbano por el riesgo de incendios. Aunque hubo excepciones en el norte de la isla por las necesidades demandadas por Le Cap, las destilerías, alfarerías y tenerías estaban prestas para atender las demandas portuarias. Los comerciantes ambulantes se movían febrilmente por los puertos, pueblos y aldeas de la isla. Las carpinterías, talabarterías, herrerías y ebanisterías estaban presentes en todo núcleo urbano. Los propietarios eran blancos, pero también los había libres de color. En ambos casos se empleaban esclavizados indistintamente.

En los pueblos y aldeas, los muelles e iglesias fueron el centro de la vida pública. Juntos o separados eran el centro de atracción de sus habitantes. El primero, fue el principal soporte de la economía de plantación; la segunda, el lugar de mercado de los domingos y el principal lugar de culto y también de reunión de la milicia. La mayoría de estos centros urbanos estaban dispuestos en forma rectangular o de cuadrícula. La forma de construir fue impulsada por las parroquias y la administración real y siempre supervisada por los intendentes. El urbanismo francés fue más flexible que el español; por ejemplo, ciudades como Le Cap o Port au Prince tuvieron varias plazas y no una central en torno a la cual giraba la vida social y administrativa. Incluso, en otras ciudades como Jacmel, Saint Marc o Tiburón las Iglesias se encontraban a las afueras, lejos de los ruidosos mercados centrales.

Las ciudades se erigieron no solo con los materiales disponibles, sino que se aplicaron estrictas normas de construcción para enfrentar el peligro de los terremotos. Port au Prince fue destruida dos veces en 21 años sufriendo fuertes incendios. Se dieron disposiciones también en otras ciudades que impedían el uso de materiales inflamables. Leogan y Jacmel no cumplieron las normas establecidas y fueron destruidas por virulentos incendios en 1770.

El cosmopolita puerto de Le Cap congregaba a cientos de tripulaciones extranjeras al tiempo que tenía una nutrida población militar, lo que permitió el desarrollo de una sofisticada industria de entretenimiento y diversión. Ésta giró, principalmente, en torno al teatro y los salones de billar contabilizándose más de treinta de estos, además de un sin número de lugares que proveían de abundantes comidas a los marineros, soldados e incluso a los esclavizados. El juego y la prostitución fueron la pasión de esta sociedad colonial. Moreau de Saint Marie enfatizaba que las cortesanas libres de color eran más prósperas, numerosas y descaradas en Le Cap que en Port au Prince. Leogane y Jeremic destacaron, sin embargo, por la presencia de numerosas compañías de teatro. Algunos viajeros ingleses dejaron testimonios de la calidad del teatro francés presentado en la isla. Las casas de juego eran abundantes en los puertos y, según numerosos testigos, siempre se hallaban repletas de gentes. En ocasiones, estas actividades, tendentes a la degeneración de las egoístas clases altas, sobre todo, en el juego, fueron fuertemente criticadas por la sociedad más moderada.
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Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC.

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