Durante poco menos de un año, entre agosto de 1946 y abril de 1947, los miembros del Partido Socialista Popular y la Juventud Democrática se embarcaron en un frenético activismo político que durante los primeros meses se tradujo en numerosas jornadas de agitación y manifestaciones de masa, venta de periódicos y distribución de volantes. Entre la gente que sacó la cara y se afilió en la JD, dándose a conocer públicamente como antitrujillista, había hijos y parientes de altos funcionarios del gobierno. Otros opositores asumirían sin tapujos la militancia comunista y formarían parte de los más de treinta miembros del PSP que se inmolaron, muchos años después, en la expedición del 14 y 20 de junio de 1959.

Por lo demás, algunos activistas se entremezclaban y eran miembros de ambas organizaciones. La fiebre antitrujillista y revolucionaria contagiaba y unía por igual a personas de las más variadas inquietudes políticas. Nombres conocidos y desconocidos de los protagonistas de ese histórico episodio —que sólo es posible mencionar a título de ejemplo— llenarían las páginas de una historia infinita.

En ese ambiente de rebeldía prosperaron los dirigentes de Juventud Democrática: Manuel Mena Blonda, Virgilio Díaz Grullón, José Ramón Martínez Burgos, Juan Ducoudray, (quien también pertenecía al PSP), Josefina Padilla Deschamps. Al mismo tiempo surgieron órganos de prensa como “El Popular”, del PSP, y “Juventud Democrática de la JD. Por primera vez, desde el inicio de la tiranía, un frente político de oposición se atrevería a llamar a la gente a una manifestación antigobiernista y por primera vez acudiría gente, mucha gente al llamado.

La ciudad capital y Santiago, principalmente, fueron el escenario de grandes concentraciones, manifestaciones de masa convocadas por el PSP o la JD en las que se escucharon las voces de Mauricio Báez, Salvador García Agüero, Ramón Grullón, Poncio Pou, Fellín Moore y hasta Tiberio Castellanos en su mejor época. Una época en la que Tiberio se destacó como el mejor vendedor de periódicos de la Juventud Democrática y Hugo Tolentino Dipp cayó preso en una ocasión por repartir volantes de la misma agrupación junto a Virgilio Díaz Grullón, y en la que conocidos poetas e intelectuales como Máximo Avilés Blonda, Rafael Valera Benítez, Lupo Hernández Rueda y José Aníbal Sánchez Fernández hablaban alegremente contra el gobierno desde una peña literaria en la cafetera.

Sin embargo, el mal llamado interludio de tolerancia llegaría bien pronto a su fin. No duró mucho tiempo la bestia en darse cuenta de que había creado una especie de Frankenstein.Todavía no se había producido la huelga de los trabajadores de la caña en La Romana y San Pedro de Macorís, que tendría lugar en enero de 1947, pero se veía claro que los jóvenes activistas del PSP y de la JD ganaban cada día más adeptos y emprendían acciones más osadas.

Las manifestaciones del PSP en la ciudad capital, Ciudad Trujillo, habían sido tan exitosas que se decidió ponerle un alto.

Hasta el momento las fuerzas represivas habían actuado, a regañadientes, con cierta moderación, se limitaban a amenazar, a entorpecer, a tratar de que la gente no tomara parte en los actos. Sin embargo, el día 26 de octubre de 1946 el Partido Socialista Popular y la Juventud Democrática convocaron a un mitin en el Parque Colón que fue violentamente reprimido.

Al parecer la convocatoria superó las expectativas. Millares de personas acudieron al llamado, inundaron literalmente el lugar. Se dice que el gentío, desbordó la plaza y las bocacalles aledañas. Al gentío se sumarían las voces libertarias, los aplausos atronadores, y provocaron la ira de las llamadas fuerzas del orden.

Una banda de facinerosos, de policías vestidos de civil, embistió contra la muchedumbre repartiendo macanazos, disparando, hiriendo a numerosas personas, y dispersaron en poco tiempo a los manifestantes. Muchos fueron apresados y otros buscaron asilo en la Embajada de México. Pero Trujillo fue esta vez generoso. El escándalo que provocó la violenta represión lo obligó a ser generoso y ordenó soltar a los presos y ofreció garantías a los que se habían asilado para que abandonaran la embajada.

Los opositores, sin embargo, no escarmentaron. El domingo 24 del mes de noviembre de 1946, la Juventud Democrática realizó sin mayores contratiempos otro mitin en la Plaza Rubén Darío de Ciudad Nueva.

El mayor de todos, con una participación estimada en cinco mil personas, fue el que se realizó en el parque de La Joya, en Santiago, el domingo 1 de diciembre de 1946. En esa ocasión se escucharon las voces, —“las voces emocionadas”— de Gustavo Adolfo Patiño (miembro de una familia que por su oposición a la bestia fue casi exterminada), habló además Virgilio Díaz Grullón, habló Jose Manuel de Peña hijo, habló Rafael Moore Garrido y habló también —para variar— una valiente mujer llamada Gilda Pérez (la que sería esposa de Pericles Franco Ornes).

La participación de Gilda Pérez —una de las pocas mujeres de la época que se aventuraron en política y se atrevían a hablar en público—, no habría tenido mayor relevancia si no fuera por un dato, una anécdota que recuerdan algunos memoriosos. Al parecer Gilda Pérez fue amenazada. Recibió amenazas muy explícitas por parte de agentes del servicio secreto para que no hablara en el multitudinario encuentro. La amenazaron concretamente con quitarle la ropa, con despojarla de todas sus prendas si se atrevía a tomar la palabra. Gilda Pérez respondió que tendría entonces el honor de ser la primera mujer dominicana que hablara desnuda en un mitin. El hecho es que Gilda habló y nunca la desnudaron. Los tenebrosos agentes que rodeaban el parque no se atrevieron a desnudar a la desafiante Gilda Pérez y es posible que muchas personas se sintieran defraudadas.

El hostigamiento contra los manifestantes no era sólo verbal, no se reducía a simples amenazas. De acuerdo a una información publicada en el Núm. 3 de “Juventud Democrática”, correspondiente al 7 de diciembre de 1946, “Altos funcionarios del Estado y otros señores siguen llamando a su despacho al que fué a un mitin, al hermano del que asistió a un mítin, al padre o a cualquier otro familiar del que presenció un mitin; si es empleado público, la destitución es indefectible…”. Es decir, no se penalizaba solamente a los que participaban. Muchas veces los que perdían el empleo no eran nada más los que asistían sino los familiares.
(Historia criminal del trujillato [105])

Bibliografía:
Robert D. Crassweller, “The life and times of a caribbean dictator.

Gabriel Atilio, “Los comienzos de la lucha política de clases en la República Dominicana” (https://www.marxist.com/republica-dominicana-origenes-socialismo.htm). Roberto Cassá, “Movimiento Obrero y Lucha Socialista en Republica Dominicana”. Bernardo Vega, “Un interludio de tolerancia”. José Abigail Cruz Infante, “Un líder sindical asesinado” (https://listindiario.com/puntos-de-vista/2008/09/21/74536/un-lider-sindical-asesinado). Ángela Peña, “Luchador antitrujillista y locutor destacado”(https://almomento.net/luchador-antitrujillista-y-locutor-destacado/)

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