Raquel Peña es la tercera mujer en ocupar el puesto más encumbrado de la nación. En efecto, la primera mujer presidenta lo fue doña Milagros Ortiz Bosch tantas veces como Hipólito se ausentó del país por su condición de sustituta automática desde la vicepresidencia. Pena que no se fuera con su glorioso batallón a Irak y se convirtiera en el musulmán Mójame Loj Mango; y pobre Tolentino Dipp que tuvo que sufrirlo. De la misma manera Margarita Cedeño. Han sido, claro está, magistraturas presidenciales indirectas, no elegidas con el voto.

Cuando el Ferrocarril Central Dominicano pasó por última vez en 1952 para iniciar la desgracia del transporte dominicano, Raquel no había nacido, pero sus padres y abuelos abordaban los vagones del Anacaona, el Presidente, Sánchez o Enriquillo para viajar de Tamboril a Santiago, Puerto Plata o Sánchez. Era el tren de Lilís marca Roger, que resultaba ser el más económico como se puede apreciar en el que queda, como reliquia, en Puerto Plata al lado de la antigua estación o “el monumento” que le hicieron los mocanos como trofeo de guerra, más que por el buen servicio que rindió desde su inauguración por Lilís, “figura sobre la cual la Historia no ha pronunciado su fallo todavía, pero que con los años se va agigantando”, como escribiera Tomás Hernández Franco.
Ya tuvimos un vicepresidente tamborileño, Federico Velásquez, que no fue quécher del Escogido y un presidente prestao, Horacio Vásquez, que quizás por eso mismo hemos dejado que su quinta haya pasado de “patrimonio cultural” a ruina vergonzosa.
En menos de un año, fungiendo como vicepresidenta electa al lado de Luis Abinader Corona, ha demostrado que sí se puede con la política.

Hérnández Franco refiere que antes “El político no se diferenciaba gran cosa de sus partidarios: podía ser más grande, más calvo, más barbudo, más rico, mejor jinete o mejor tirador con revólver: -¡quién sabe en cuántos detalles como esos se fundaron muchos prestigios de antaño!- pero seguramente no era mucho más inteligente, ni mucho más honesto.”

Raquel ha demostrado que una mujer sí puede asumir el rol de servir y cumplir, al pie de la letra, lo que le manda la Constitución.

Aunque muy conocida en el medio académico donde se desempeñaba, la PUCMM, nadie sabía quién era esta mujer que había sido escogida por el candidato del PRM a ser su compañera de boleta.

Con un pie en la noche dio un brinco a la mañana para dejar el anonimato atrás.
Pero en realidad, ¿quién es Raquel Peña?

Luis Abinader sabe, porque se lo dijo más de una vez su padre, que no se descuidara del Cibao, no por la cantidad de voto, ni por la importante posición económica que representa, sino por dos elementos: 1. El pasado histórico de grandes políticos cibaeños y 2, por ser El Cibao el gran productor de tabaco y ron, alegría del país (Bermúdez y Brugal). Pero ningún cibaeño va a permitir que no se sume a esto Las Águilas Cibaeñas y el naciente y exitoso fútbol.

Raquel, profesora de la PUCMM, representa en el gobierno a su país y a su región, donde sabe que hay una desproporción entre la gran riqueza y el bajo nivel de vida de su población, cuestión que viene de tan lejos como cuando otra educadora marcó para siempre su historia: la señorita Ercilia Pepín, fundadora del Liceo México, defensora de nuestra Patria en tiempos de la ocupación y la Era y gran luchadora por la igualdad y los derechos de la mujer.

Raquel Peña.

Parece que es tiempo de que la mujer despliegue ese poder de humanidad que el hombre, más ocupado en la demostración de su instinto machista y guerrerista, ha estancado su desarrollo. No fue casual que el presidente Sarmiento llevara aquellas 61 maestras, “Las señoritas” de Laura Ramos, a reforzar la educación en la Argentina de finales del siglo XlX lo que coincide con el empeño de Hostos para la misma fecha en tiempo de Heureaux, aunque se quiera ocultar.

Le ha tocado a esta mujer cibaeña, de raíces tamborileñas, la enorme tarea de buscar junto a las más altas autoridades de salud, una solución a la pandemia del covid 19. Ella ha sido clave en la búsqueda, sin la mezquindad del comercio privilegiado, de la vacuna más accesible al dominicano. Ella ha sido esencial para lograr que se salten las barreras del chantaje político internacional para negociar y traer la SINOVAC que ya ha inmunizado a gran parte de la población. Ha sido una batalla que ha enfrentado a la ignorancia que corre en rumor y resistencia, “que la gente hablaría en chino” con la vacuna, sin evitar las “terribles secuelas” tales como que el vacunado “sería dominado por telepatía desde el lejano país oriental, “que era un truco chino para eliminar la población mundial y que solo quedarían ellos, “que la gente solo sentiría gusto y apetito por comer arroz y carne de perro”.

La otra batalla que se sigue librando es contra muchas iglesias evangélicas, que siempre se han opuesto a todo lo que huela a avance y descubrimientos médicos. Recuérdense de aquella cavernaria obstinación contra las transfusiones de sangre, por ejemplo.
Pero la batalla más significativa de Raquel, que no tiene nada que ver con Ratched del “nido del cucú” y menos de la serie que ella inspiró, quizás sea la que libre dentro de su propio partido contra la vieja maña del mal manejo de los recursos del Estado por los funcionarios de todos los niveles. Va a ser muy difícil, como ya se ha demostrado, cuando se han descubierto tantos escándalos en menos de un año de gobierno. La gente empieza a hacer la comparación con aquellos acusados de corrupción de la gestión pasada.
En medio de los escándalos de su partido, ella continúa, como Juanita Walker, cumpliendo lo que ella entiende que es su deber y obligación. Su popularidad ha aumentado precisamente por estar lejos de esos líos sin ser salpicada y porque, hasta ahora, no se le ha subido a la cabeza el efecto aquel del “fulanito con su carguito” que en tiempo del “guapo de Gurabo” arrasó las instituciones como ciclón batatero e inolvidable.
Recientemente lo pude ver con mis ojos de mi cara en el acto del polideportivo en “El Calientísimo”, en el norte de Tamboril cuando fue aclamada por el barrio en muestra de agradecimiento por las canchas inauguradas.

¿Seguirá Raquel su carrera política hasta llegar a la Presidencia? ¿Competirá con otro tamborileño, Francisco Domínguez Brito, por conseguir la banda presidencial?

¿Por qué no?
“Los pueblos felices, como las mujeres honradas, no tienen historia”.

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