Los primeros dos años de gobierno del presidente Luis Abinader, y las posiciones expresadas al evaluar la coyuntura que vive el país, relacionándola con el pasado y el futuro, dan oportunidad para pasar balances.

Vamos saliendo de una pandemia de adversos efectos sanitarios, económicos y sociales como no padecía el Planeta en los tiempos modernos, agravados por una invasión rusa en Ucrania de serias implicaciones globales.

Por indicadores objetivos, en términos generales se reconoce que ante la adversa situación presentada el presidente Abinader pasa con buenas notas la atención a la salud de la gente y a la reactivación económica.

Así lo certifican organismos como la CEPAL, OMS, la FAO y otras acreditadas agencias; a nivel local así valoran también el sector empresarial, la sociedad civil, respetados economistas y cientistas sociales, y la prensa.

Conocer de dónde venimos, qué somos y hacia dónde vamos es de vital importancia para nuestra sociedad. Por eso es importante pasar balance también a los juicios que expone la oposición política, representada sobre todo por los dos principales partidos y dirigentes que gobernaron el país durante el 76% del último cuarto de siglo, en el que más se acumuló la deuda social y el atraso general del país.

Esos atrasos son en gran medida responsabilidad partidaria y personal de Leonel Fernández, Danilo Medina, del PLD y la hoy Fupu, por lo que lanzar críticas cual fanático de gradas es por lo menos irresponsable, y ese no es el papel de la oposición.

La oposición, aún en un defectuoso régimen democrático como el nuestro, tiene la obligación de actuar como una especie de co-gobierno, contribuyendo a que mejoren o hagan ajustes quienes ostentan la autoridad.

Pese a los augurios catastróficos y pesimistas de esa oposición, los datos de la realidad indican que marchamos hacia adelante. Que el presidente Abinader apenas ha iniciado cambios que deben ser continuados y profundizados en equidad social, institucionalidad sin corrupción e impunidad, y modernización del Estado.

En su artículo La derrota de los pesimistas dominicanos, publicado el 21 de febrero de este año, el pensador Gedeón Santos resume el talante con que los dominicanos debemos asumir el futuro, y que por compartirlo plenamente resumo como conclusión de estas líneas:

Para el 2044 cuando celebremos los 200 años de nuestra independencia, nuestro país está proyectado para tener 12.6 millones de habitantes, con un PIB de alrededor de 200 mil millones de dólares (el PIB de hoy es de 89 mil millones) y un ingreso per cápita anual superior a 16 mil dólares (el de hoy es de 8,100), una de las mejores Infraestructuras del área, una sólida clase media de ingresos medio-altos, con un nivel de pobreza mínimo, con la pobreza extrema erradicada y con un nivel de vida de los más altos de América Latina. Ese sería el mayor homenaje a los optimistas fundadores de la patria y la mayor derrota de los pesimistas dominicanos.

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