Con la designación de ricos y grandes millonarios en la línea frontal de su Gobierno, el presidente Luis Abinader rompe los paradigmas de los partidos al momento de seleccionar sus cuadros principales para el accionar político y más cuando se llega a tomar las riendas del poder.

Tan pronto comenzaron a divulgarse sus decretos, los nombres y fortunas de los designados iban retumbando en la población, acostumbrada a ver nombramientos con figuras originarias de las lides políticas donde se formaron como cuadros y militantes, casi siempre provenientes de sectores marginados o de clase media.

Por primera vez “gente tan rica” es llamada a formar un gabinete, que más que políticos profesionales parece una selección de grandes empresarios.

El espanto ha sido mayor porque se trata del gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), el gran beneficiario de la fragmentación y casi desaparición del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), precisamente la mayor organización política de masas irredentas que ha tenido el país, forjada precisamente por el doctor José Francisco Peña Gómez, el líder de origen más humilde en el accionar político dominicano.

Es Peña Gómez el “guía espiritual” del PRM, que dio su vida apostando a la creación de un partido de alta conciencia social dirigido por hombres y mujeres que entiendan las necesidades de su comunidad.

Conciencia social y el accionar

Una conciencia social, definida en los textos como “la forma de cuidar de otras personas o formar parte de asociaciones y proyectos que favorecen el desarrollo de la comunidad… y de tomar medidas que ayudan a orientar la conducta de los individuos”.

“Es la consciencia que se adquiere cuando te formas políticamente asistiendo a tu comunidad, compartiendo sus dificultades, participando de sus penas y alegrías y viviendo sus dificultades”.

Y más cuando militas en un partido que tus compañeros y compañeras viven la misma situación y se aferran a un futuro establecido en su línea programática o estratégica.

Es casi imposible que un multimillonario se deje guiar por estos fundamentos y no por su propio instinto que le ha permitido “llegar a la gloria”.

Es difícil que un funcionario estatal, que no conozca o haya vivido la realidad de la población, pueda accionar a favor de ese conglomerado, cuando en ocasiones ha ascendido económicamente a costa de la vida de los sectores más vulnerables.

El plan de Abinader

Los motivos que tendrá el Presidente para aplicar esta estrategia de rodearse de funcionarios ricos o muy ricos, no han sido explicados, pero el pueblo simple, siempre ha visto a estos sectores como, “el pez más grande que se come el más pequeño”, o los grupos que “mientras más tienen más quieren” o que “los cuartos siempre van a donde hay más cuartos”.

De todos modos, estas designaciones debían tener un buen motivo, pues ninguna organización política en República Dominicana ha nacido cimentada en estos grupos millonarios, ni siquiera el PRM, que sus estructuras están formadas por Frente Agropecuario, Frente Magisterial, Frente de la Juventud, Frente de Mujeres, Frente de Masas, Frente Sindical o Comisiones especializadas por áreas de formación política, económica o social.

Y es que hasta hace poco los empresarios eran vistos como fuentes externas para los partidos, de los que había que cuidarse, pues con sus recursos podían hasta imponer candidaturas y hasta influenciar las decisiones de posibles gobiernos que hayan ascendido al Poder con el uso de sus recursos.

Sin embargo, ahora su presencia tan numerosa en los estamentos importantes de poder no solo garantiza esa posible presión, sino que ellos pueden tomar sus propias decisiones. Si se extrapola, es la misma inquietud que impera con el uso de recursos provenientes del narcotráfico, pues las mismas leyes, como la de Partidos Políticos y Régimen Electoral, pretenden crear una barrera entre la política honesta y el crimen organizado para que no pueda traspasar sus recursos a candidatos e imponerlos en los procesos electorales.

Los ministros y directores de Abinader

De los 24 ministros designados por Abinader (hay dos sin carteras) todos poseen sumas millonarias que van desde los 10 millones de pesos, hasta los 900 millones de pesos que es la cifra más pequeña declarada entre los funcionarios.

El presidente de la República anunció bienes que superan los 4,000 millones de pesos.

Como directores generales se reportan fortunas mayores, que superan algunas de las entregadas por los ministros.
Aunque todos estos hombres y mujeres son ricos, hay siete de ellos que no se les había conocido tradición de militancia política, desenvolviéndose en el ámbito empresarial y al parecer eran actores claves en el soporte económico de la campaña.

Situación similar ocurre con varios viceministros y directores generales, cuyos vínculos con el accionar político eran totalmente desconocidos.

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