Si la corrupción fuese un acto de confesión pública Joaquín Balaguer -y no Juan Pablo Duarte o Juan Bosch- sería, de nuestros hombres públicos contemporáneos, el que mejor la denunció y radiografió (¡embuste!): “La corrupción se detiene en la puerta de mi despacho”, dijo, sin tapujo ni inmutarse, el “Padre de la Democracia”, en pleno ejercicio de la semi-dictadura ilustrada (1966-78) que ejercicio a sangre y fuego.

Igual, desde otra dimensión, el extinto patriarca del periodismo nacional don Rafael Herrera, en defensa del expresidente Salvador Jorge Blanco -a la sazón, enjuiciado por el gobierno de Balaguer (1987), ha sido, junto al inolvidable Rafael Molina Morillo, el único que se atrevió a predicar el evangelio, en estricto apego al canon de los libros sagrados” (“El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”); e insólitamente, se auto-inculpó en un simbolismo colectivo -contra la doble moral política- que solo la Marcha Verde, antes de ser asaltada, política y electoralmente, por políticos de “la secreta” y la oposición, reivindicó, pues, por primera vez, amplia franja ciudadana asoció corrupción pública-privada con pésima educación, servicios públicos, pobreza y una casta variopinta -beneficiarios- no solo de políticos.

Y si hay dudas sobre la postura que exhibió Rafael Herrera, solo tienen que ir a la hemeroteca (allí encontrará sus editoriales de antología); y si se quiere profundizar sobre el carácter histórico-estructural o sistémico de la corrupción en el sistema capitalista -desarrollado o tardío-, entonces hurgar en el registro-catálogo de publicaciones y monitoreos de organismos internacionales que, por décadas, han hecho énfasis-estudios, sin sesgo alguno, sobre el flagelo en el hemisferio.

De modo que ese “bestiario”-histórico no puede ser publicitado como un hallazgo nuevo sino atemporal, pues ha sido sistemático, gobierno tras gobierno, y donde el único de los expresidentes contemporáneos -junto a Hipólito Mejía- que ha salido medio-ileso (archivo-expediente-2013) ha sido Leonel Fernández; quizás, por la doble razón de que fue sustituido en la presidencia (2012) por su otrora partido y alianza-2020; si no, posiblemente -además del escarnio público-, hubiese vivido: asedio y, quién sabe, aparataje mediático-judicial que hoy, cual saga marina, seguimos bajo el telón de la pandemia y reelección en camino…. Sin embargo, nadie se sorprenda cuando el vendaval actual pase y las primeras páginas de los diarios nos traigan la misma saga cíclica-mediática, y sigamos sin dar cabal cumplimiento al mandato cuarto emanado de la VIII Cumbre de las Américas -Perú-2018-: “Desarrollar una cultura de transparencia, participación ciudadana y prevención de la corrupción para el fortalecimiento de los valores democráticos y cívicos desde la primera infancia…”. ¡Empecemos por ahí; aunque sea lo menos rentable políticamente!

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