Parece que el asombro tiene una elástica capacidad que la realidad se encarga de aumentar, con eventos más allá de la imaginación. El brutal asesinato de un indeterminado número de policías haitianos, a manos de un bien armado conjunto de delincuentes, muestra la superioridad de estos malandros dispuestos a sembrar el terror en base a la sangre, el dolor y el fuego de armas automáticas. Cebarse sobre cadáveres inmóviles y descargar un infinito número de disiparos en un cuerpo inerte, es obra de sociópatas empoderados, embriagados por la impunidad y la complicidad de un barrio aplastado por ese terror malsano. Village de Dieu, un barrio de la capital de Haití, Puerto Príncipe, donde ocurre el mayor número de secuestros, y donde las bandas imponen su ley, prácticamente sin contraparte de la Policía. Asesinos regocijados en una orgia de patadas y balazos sobre cadáveres arrastrados y lubricados por su propia sangre, puede verse en una tenebrosa filmación de un testigo presencial. La brutalidad de estos hechos pone a pensar que bestias salvajes de este tipo conviven en esa sufrida sociedad, con personas de bien, muchos otros que sólo aspiran a la paz ciudadana. Parecería que esas características corresponden al hombre elemental y primitivo que vive dentro de monstruos con figura humana, a los que se les disparan atrocidades cómo estás. El Presidente Jovenel Moise ha dicho que esto constituye “una declaración de guerra” de estos grupos a las fuerzas gubernamentales y a la sociedad haitiana que condena estas acciones. Vemos cada vez más lejos el que los haitianos puedan iniciar un proceso de desarrollo, cuando se manifiestan actos de brutalidad extrema y esta vez con armas automáticas. En manos de la población haitiana se encuentra la gran mayoría de las armas del que fuera ejército de ese país. Naciones Unidas y su caricatura de fuerzas de seguridad, el Binuh, sirve muy poco para la labor de pacificación. La policía, ahora bajo un estado de terror, es el organismo creado para esa labor sucia y sujeto a las venganzas de poderosos grupos de vándalos. Solo un decidido apoyo de los Estaos Unidos al frágil gobierno haitiano, dotándole del equipamiento para nivelar el desbalance contra estas fuerzas del mal, asociadas con fuerzas políticas que apuestan a la ingobernabilidad. Todo cuanto acontece en ese territorio de una nación inviable, repercute sobre el nuestro. Una frágil y permeable frontera, con los problemas ancestrales que la caracterizan, obligan a una definición y defensa del territorio dominicano. Esa barbarie, propia de los haitianos de bajo nivel, ha sido exhibida en actos donde han ocurrido asesinatos de guardaparques, celadores y militares dominicanos, que han sido manejados con temor por los gobiernos nuestros. Observemos con mucho cuidado lo que ocurre del lado oeste de la frontera….y apoyemos la definición física y material de la línea que nos divide.

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