El pasado fin de semana estuve por Cabeza de Toro, en Punta Cana, provincia La Altagracia, invitada por amigos casi hermanos, regalo de la vida, para disfrutar de las instalaciones hoteleras de la zona, el paisaje y claro, del mar y la playa.
Hubo dos detalles, bueno, en realidad tres, que me llamaron la atención. El primero fue el color negro de fondo que sobresale en la playa Cabeza de Toro; segundo la tibieza de sus aguas, y tercero las condiciones de la vía que da acceso al lugar, donde se nota que iniciaron un trabajo de reparación que quedó a medias y entre curvas se torna peligroso para los conductores.
En este caso me voy a referir a las algas y el calentamiento de las aguas. La impresión que da a primera vista cuando entramos a la playa no es la mejor, y por un momento pensé no bañarme.
La playa Cabeza de Toro que corresponde al hotel donde estuve, está repleta de algas negras, no de sargazos, unas algas muy resistentes, posiblemente refugio de especies marinas, y donde los turistas que aman el mar han logrado hacer caminitos entre estas y formar pequeñas piscinas que realmente valen la pena disfrutar. Con el sol, el camino se distingue por un color amarillo pálido que nos va guiando a otros puntos más anchos y acogedores. La arena, abajo, es fina y blanca como el polvo.
Me llamó mucho la atención la temperatura del agua, porque se sentía caliente. Según estuve leyendo, las aguas del mar se están sobrecalentando a niveles insospechados, dependiendo de la época del año y, ciertamente, las temperaturas han estado muy por encima de lo normal.
El calentamiento de las aguas, el calor y el derretido de los glaciares que vemos a través de imágenes y videos no son fortuitos, son parte del descalabro del planeta por el abuso e irresponsabilidad de los humanos con los ecosistemas.
Hace poco me enviaron un video en el cual el Papa Francisco hace un llamado de reflexión con imágenes muy sensibles sobre lo que está ocurriendo en nuestro planeta y lo que nos espera si continuamos ensuciándolo.
El Papa dice que si tomamos la temperatura de la tierra diríamos que tiene fiebre, y se encuentra muy enferma, sin embargo, los humanos no escuchamos ese dolor, sino los millones de víctimas de las catástrofes naturales que atacan a la tierra y que nos ponen a todos en peligro de desaparecer.
El año 2023 fue declarado como el más caluroso de la historia, sin embargo, el 2024 ya sobrepasó el nivel del termómetro y cada año que pasa superará el anterior si continuamos sofocando y estrangulando nuestros bosques, biodiversidad, nuestra fauna y flora marina.
Hemos tenido épocas duras de sequía, pero también de fuertes lluvias, vientos, tornados e incendios, todos uno detrás de otros. Y recordar que no es responsabilidad de un solo grupo social que, por falta de educación y conciencia, va socavando su propia tumba, sino de toda sociedad, incluyendo en primer plano a los políticos que nos gobiernan.