¿Doble género?

Cuando un intelectual reacciona por instinto generalmente se equivoca, porque la primera premisa de un intelectual es investigar para tener derecho a hablar.

Cuando un intelectual reacciona por instinto generalmente se equivoca, porque la primera premisa de un intelectual es investigar para tener derecho a hablar.

Las mujeres dominicanas llevamos un mínimo de treinta años hablando, escribiendo, formando en lo que se llama GéNERO, género como un método de análisis que nos permite identificar como se conforman las identidades femeninas y masculinas y cuáles son los llamados agentes de socialización, a saber: la familia, la iglesia, la escuela, la lengua, la cultura en general, entre mucho otros.

El género no es una ideología, como no lo es ninguna de las corrientes sociológicas que intentan explicarnos sus puntos de vista desde su particular perspectiva. No podemos hablar de una ideología de Piaget, o de Dewey, ni siquiera Marxista, porque los planteamientos de Marx son resultado de su método de analizar el origen de nuestras sociedades y la creación de sus sistemas de clases. De ahí que sea la propia izquierda la que se equivoca cuando se apertrecha en Marx, a partir de un fundamentalismo “marxista” que provocaría que Marx se revuelque en su tumba.

Hago estos señalamientos porque el presidente de la Academia de la Lengua, Dr. Bruno Rosario Candelier, parece haberse disparado con una declaración en contra de lo que define como “ideología de doble género”, lo cual no existe, y critica al Ministerio de Educación por su adopción de una “ideología” que no es más que un método que enseña a los niños y niñas que ser distintos biológicamente no significa ser desiguales. Eso se aplica al sexismo, al clasismo y al racismo, cada uno un sistema donde una diferencia sirve para el fomento de la desigualdad entre seres humanos.

También parece habérsele olvidado al presidente de la Academia que él representa a todos, los y las dominicanas, inclusive a las y los que creen y practican la “ideología” de género y que, en ese sentido, su labor es registrar los procesos lingüísticos que suceden en la sociedad, no abanderarse.

Criticar lo que se desconoce, conduce a la parcialicen y es un error, pues un presidente de la Academia de la Lengua es ante todo un académico atento a los procesos lingüísticos, y es como un sacerdote, que recibe en su iglesia y por lo menos escucha a todos por igual, algo que de seguro Bruno aprendió de sus estudios de sacerdocio, como miembro de una iglesia donde se debaten las ideas, no se condena a priori.

Felicitamos al Ministerio de Educación por esta medida, mediante la cual las niñas aprenderán que existen en el lenguaje y que además su condición biológica no las hace desiguales frente al varón. Un básico aprendizaje de género.

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