“El único medio de conservar el hombre su libertad es estar siempre dispuesto a morir por ella”, sentenció Diógenes, y para Benjamín Franklin: “El amor a la libertad hace a los hombres indomables y a las naciones invencibles”. Son dos citas válidas para un día como hoy, cuando se cumplen 179 años de nuestra independencia.

Propicio por la fecha también el siguiente párrafo consignado en el Acta de Independencia proclamada en Santiago, el 14 de septiembre de 1863, a propósito de la gesta restauradora: “A un pueblo que por algún tiempo ha gustado y gozado su libertad no es posible sojuzgársele sin el exterminio del último de sus hombres”.

Hoy no es un día cualquiera; es el ideal para recordar, y para advertir, que el nuestro es un pueblo que a lo largo de su historia ha contado con ciudadanos valerosos que a la hora de las grandes decisiones han sabido levantarse.

Recordar además que somos un pueblo que cuando parece más aletargado, vibra en su interior el alma nacional y tiene un fino olfato para identificar a sus enemigos.

Esta fecha se presta para traer a colación que la Nación está repleta de gente buena, solidaria, amigable y generosa, pero que tiene otra cara: la bravía e implacable, siempre atenta para defender su Patria y su Bandera de los que conspiran en su contra.

Este aniversario de la Independencia Nacional tiene de significativo que coincide con un repunte de las maquinaciones de sectores, integrados por malos dominicanos, que no desisten de sus planes de desdibujar las diferencias entre el pueblo dominicano y el haitiano, algo que es imposible y que fue descrito magistralmente por José Gabriel García para esclarecer la disparidad de origen.

El insigne historiador, al explicar en el periódico El Mensajero el 27 de febrero de 1883 por qué la indivisibilidad política de la isla consignada en la Constitución haitiana era imposible, escribió: “… debiendo el pueblo haitiano su origen al triunfo sangriento de la raza africana sobre las otras razas que poblaban la parte francesa, no podía encontrar en el pueblo dominicano, que deriva el suyo del cruzamiento natural y espontáneo de los descendientes de los conquistadores europeos con todas las familias del linaje humano, puntos de semejanza…”

Fue esa disparidad de origen la que llevó a todas las clases sociales dominicanas a identificarse con la idea separatista de Duarte, algo que hoy, 179 años después, como nación libre y soberana, le agradecemos.

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