El pasado domingo, en la conmemoración del 218 aniversario de que Haití fuera declarada república libre, el primer ministro interino, Ariel Henry, anunció que el 2023 sería el año de “un nuevo comienzo”.

Lo denominó así porque marcaría el “fin de la transición”, o sea, del limbo institucional que se vive desde el magnicidio de Jovenel Moïse, en julio de 2021, y por el compromiso de celebrar “unas elecciones transparentes”.

Ojalá que la realidad haitiana muestre visos de cambios con este anuncio, que Henry acompañó de la instalación del Alto Consejo de Transición (HCT) que conducirá el proceso, y estaría integrado por él, por Myrlande Manigat, Laurent Saint Cyr y Calixte Fleuridor.

Si queremos ser optimistas y hasta generosos, porque se dice que el HCT está avalado por el Consejo de Ministros y por el consenso social, hay que abrigar deseos de que realmente sea un punto de partida, aunque según la experiencia histórica en nuestros vecinos no existe convivencia ni tolerancia, y terminan reiterándose como Estado Fallido incapaz de garantizarles nada a sus ciudadanos.

Aun con buenos deseos, hay que recordar que el político-institucional es apenas uno de los problemas por salvar porque hay una crisis grave en todos los órdenes, tan profunda que Emergency Watchlist, en un reporte reciente del Comité Internacional de Rescate (IRC), incluye a Haití entre los diez países en 2023 con mayor riesgo de nuevas emergencias humanitarias, donde cinco millones de personas padecen altos niveles de inseguridad alimentaria y deben saltarse comidas o tomar otras decisiones imposibles para sobrevivir.

En ese reporte Haití integra un lamentable “top ten” que completan Etiopía, Afganistán, República Democrática del Congo, Yemen, Siria, Burkina Faso y Ucrania.

Estos países son una suerte de laboratorio, por lo dramático de sus condiciones de vida y porque se estima que si se pudiera entender lo que padecen y qué hacer al respecto, se podría finalmente comenzar a reducir la escala del sufrimiento humano en el mundo.

Debido a la pavorosa crisis humanitaria haitiana, que también abarca lo social, político y económico parecería, parafraseando al poeta de Azua, que el HCT es una gota de agua en mar tempestuoso.

Estaremos atentos a lo que anuncia Henry de que con el 2023 ha llegado a Haití el “un nuevo comienzo” y el momento de celebrar “unas elecciones transparentes” lo que, retomando al poeta, sería en inmenso desierto un granito de arena.

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