La atención a la niñez es una de las piezas claves para construir el futuro. Es de las más encomiables y humanas labores, la que se debe atender con celo extremo.

En la cobertura de atención a la niñez tanto el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (Conani) como los Centros de Atención Integral a la Primera Infancia (Caipi), juegan un rol fundamental, y corresponde a este último una sensible y delicadísima tarea por tratarse de un segundo hogar.

Es a los CAIPI donde la madre, confiada, lleva en brazos a sus retoños para que se los atienda por ocho horas, porque entiende, como le han dicho y se supone o se descuenta, que allí encontrará servicios de calidad y atención integral: nutrición, estimulación temprana, salud emocional, seguridad y educación, como también la asistencia que necesiten los padres, madres y/o tutores.

Así fueron concebidos los CAIPI, pero algunos procedimientos no se habrían cumplido si se comprobase, a propósito del fatídico episodio de San Francisco de Macorís, en que un infante murió ahogado, debido a que ha trascendido que personal habría sido reclutado sin cumplir los requisitos.

Este hecho, bajo investigación del Ministerio Público, debe esclarecerse totalmente porque está en entredicho la eficacia de la política gubernamental de atención a la niñez.

También debe ser investigado el Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia (Conani), de cuya tutela habrían escapado varias niñas. Aquí hay que recordar que la ley 136-03 sobre el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de los Niños, Niñas y Adolescentes impide ofrecer informaciones que vulneren la imagen de las menores involucradas.

Esas niñas deben ser recuperadas y recibir orientación conductual, sicológica y exámenes médicos para establecer si en su ausencia sufrieron algún daño físico.

Que de manera casi simultánea haya ocurrido lo del Caipi y el Conani, actualmente acéfalo, obliga a analizar la atención a la primera infancia y la protección de niños y niñas.

Ojalá no se esté debilitando esta atención integral, porque uno de los más loables y enaltecedores empeños es cuidar a nuestros infantes.

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