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Por la manera acelerada como se aprobó en el Senado el proyecto de Código Penal con la exclusión de las tres causales para interrumpir el embarazo, y por la inclusión de otras cuestiones que ni estaban sobre la mesa en esta coyuntura, es evidente que hubo un acuerdo para que en esta oportunidad la pieza “pase”.

De ser así, si hubo un acuerdo político o de cualquier otro tipo, no hay por qué dudar de que también en la Cámara Baja sería aprobado, por lo que para frenar la aberración de penalizar el aborto en toda circunstancia, incluso en las consideradas excepcionales, quedaría la única opción de que la ley sea vetada por el presidente Abinader.

Al ser esa la única puerta que quedaría abierta, lo recomendable es que todas las miradas confluyan en el mandatario, que en más de una ocasión como candidato, y presidente también, demostró ser partidario de las tres causales.

Apelar a sus atribuciones; porque no ha sido posible generar un movimiento fuerte o campaña que obligue a tomar en cuenta a la inmensa mayoría de la población que estima, según diferentes encuestas en los últimos años, que en casos excepcionales debe haber medidas excepcionales para abortar.

Habría que acudir a la sensibilidad del presidente por haber sido una promesa electoral de su partido y porque, inclusive, tiene esposa e hijas que simpatizan con ese clamor.

Existe un precedente porque en su primer mandato (2014) Danilo Medina observó el código penal y lo devolvió al Legislativo al recibirlo sin las tres causales que había sugerido.

No es acorralar al presidente si es que el proyecto llegue a sus manos sin las tres causales, porque con su proceder cotidiano ha persuadido al dominicano común de su espíritu humanitario y cristiano.

También es conocedor de que la práctica del aborto no se reduce en países con restricciones legales, solo se practica en pésimas condiciones sanitarias. Por eso la legislación de casi el 100 por ciento de países del mundo contempla situaciones excepcionales.

Cómo no va estar persuadido nuestro presidente, aunque resulta incomprensible que la mayoría de los legisladores no lo esté, de la lógica de hierro que encierran las tres causales, repetida hasta la saciedad: Ninguna mujer quiere enfermar de gravedad durante el embarazo, tampoco ser violada, ni mucho menos que la criatura en su vientre sufra malformaciones incompatibles con la vida.

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