A propósito de celebrarse mañana el día del agricultor, merece un saludo especial su más digno representante; el verdadero, aquel que dobla su cuerpo sobre el surco y trabaja nuestras tierras de sol a sol, con purísimo amor, para dar vida a la patria.
Un saludo en este día al productor agrícola, el que además de suplir con su esfuerzo el sustento de su familia, es una garantía para la subsistencia de la población en general y representa un enorme aliciente para el desarrollo.

El sector agropecuario figura entre los que más aportan al producto interno bruto (PIB), y no puede ser menos debido a que este país es eminentemente agrícola.

El comportamiento de los últimos años del sector agropecuario, en su conjunto, habla de ello.

El indicador mensual de actividad económica registró un crecimiento interanual (visto un período de un año con respecto a otro) de 6.1 % en el primer trimestre del 2022, y el aporte del sector agropecuario a ese crecimiento general fue de un 2%.

Pudo haber sido mejor si no se hubiese cruzado en el camino la pandemia de Covid-19.

Los números así lo evidencian: entre enero y marzo de 2019 (cuando no había Covid) la agropecuaria creció 4.6 %.

Y en el mismo período, del año siguiente, su aporte a la economía fue de 5 %, lo que quiere decir que avanzaba bien.

Fue justamente a mediados de marzo de 2020 cuando la crisis sanitaria comenzó su trayecto, cuando empezó a golpear a todas las ramas de la economía, y si bien estamos mejor, todavía no se ha ido.

Es este sector el que en algunos renglones llena la canasta alimentaria casi por completo y en más del 80% abastece de leche y de carnes de res y de cerdo.

En su día, felicitaciones para el productor agrícola, el de las manos callosas; el que con todo y aunque las nuevas tecnologías, la modernización y mecanización de la producción avanzan a pasos agigantados, sigue presente, aporta y se merece un lugar preferencial en las atenciones del Gobierno.

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