En la presente entrega deseábamos analizar el desafío a la sociedad dominicana que representan algunas “celebraciones” de los habitantes de los barrios de Santo Domingo durante el toque de queda, “típico de las personas que se sienten excluidas y que por carencias educativas lo expresan de esa manera”.
Sin embargo, nunca imaginamos que un desafío aún más grave ocurriría en la capital de una de las democracias más sólidas de Occidente. La ocupación violenta del edificio del Capitolio en Washington, un pilar de la separación de los poderes, representó un principio de rebelión contra la Constitución de los Estados Unidos. El que dichas acciones fueran provocadas por una minoría violenta no le resta a la gravedad de lo ocurrido. Basta señalar que ante la mirada sorprendida de muchos ciudadanos se paseaba un hombre con una bandera confederada, símbolo de los estados que intentaron romper la unidad del país a un costo de más de 600,000 muertos.

Las reacciones no se hicieron esperar. Una de las más sorprendente fue la de los comandantes en jefes de las fuerzas armadas reiterándole a sus miembros y al país la debida obediencia al mando civil, a la Constitución y a la transferencia pacífica del poder, que los manifestantes en el Capitolio intentaron detener. Otras reacciones vinieron de parte del sector empresarial, siendo una de las más contundente el cierre de la cuenta de Twitter del presidente, a quienes muchos acusan de haber instigado dichos actos, algo categóricamente negado por el primer mandatario. Sin embargo, el cierre de la cuenta de Twitter reveló que la misma tenía 80 millones de seguidores, un dato que no debe ni puede pasarse por alto. Y aunque de acuerdo a una encuesta citada por el periódico de New York Times la popularidad del Presidente saliente se ha reducido hasta un 24% luego de los sucesos del Capitolio, tampoco debe ignorarse el tamaño de este núcleo duro de apoyo.

Cabe preguntarnos por qué las cosas llegaron tan lejos, en un país de oportunidades, donde se daba por descontado que las generaciones más jóvenes vivirían económicamente y culturalmente mejor que las que las precedieron. Esto en algún momento dejó de ser cierto y de ahí el cuestionamiento a las instituciones. “Aquellos que dominan hoy en el Congreso miran con desdén a gran parte del país. Trump nunca ha hecho eso ”, dijo el representante estatal David Eastman de Alaska, quien asistió a la protesta. “Yo, junto con casi un millón de otros estadounidenses, me alegré de viajar a (Washington) para escuchar al presidente hablar y agradecerle sus cuatro años en el cargo. Aquellos en la clase gobernante de hoy nunca entenderán realmente por qué “. Esas son las consecuencias de la desconexión entre los que gobiernan y el pueblo. Tomemos nota.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas