El pasado 10 de octubre conmemoramos el Día Mundial de la Salud Mental, fecha que debería tener una relevante importancia partiendo de los datos preliminares del estudio “Bienestar emocional en tiempos de pandemia: análisis e impacto en República Dominicana”.
Los datos arrojados señalan que durante los primeros meses del año el 38.7 % de los dominicanos experimentó ataques de ansiedad, de los cuales el 75.8 % nunca lo había sentido.
La salud mental de nuestra gente, ha sufrido un impacto importante luego de que llegara la covid-19, los números no mienten.

La definición que existe en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos sobre salud mental asegura que incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social, afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida.

La salud mental también ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con los demás y tomamos decisiones.

Debe ser una prioridad para el Congreso aprobar el proyecto de Ley de Salud Mental, indispensable iniciativa que tiene como proponente al diputado del Distrito Nacional, Aníbal Díaz, y como coproponentes a otros legisladores como Omar Fernández, Orlando Jorge Villegas, Amado Díaz, Sandro Sánchez y Ramón Aníbal Olea.

Aníbal Díaz ha logrado el apoyo de 132 diputados para este proyecto que tiene como único fin crear el marco legal para garantizar el acceso a los servicios, la promoción, tratamiento y rehabilitación en materia de salud.

Sin embargo, uno de los mayores logros de esta ley sería que se incorpore al catálogo de prestaciones, la psicología y psiquiatría, imposible de contar hoy día. La salud mental en nuestro país es un lujo que pocos pueden pagar.

Mientras en el Congreso se discuten temas y proyectos sin mayores relevancias –como cambiar nombres de calles, por ejemplo– esta normativa de Salud Mental espera ante la indiferencia de la Comisión Permanente de Salud de la Cámara de Diputados, para su estudio.

Falta ponerle un poco de celeridad al tema y que sea declarado de alta prioridad, de manera que no nos asalte el 2022 sin que dispongamos de esta pieza legislativa que debe ser prioridad para todos, no solo del Congreso Nacional.

La salud mental de la ciudadanía no puede estar a expensas de una línea de apoyo, necesitamos una normativa integral que de una vez por todas nos garantice que haya un cambio real en este aspecto.

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