La coyuntura política-electoral julio-5 quedó atrás, pero el expresidente Leonel Fernández sigue atrapado por la atmósfera de ese moméntum, el rol político-estratégico que jugó -en contra de su otrora partido- y, sobre todo, ciertas líneas de coincidencias-tácticas-estratégicas- de un acuerdo o alianza que va trascendiendo y donde pretende, explícitamente o no, seguir jugando una estrategia ajena o no del todo suya.
Aunque, de manera sutil y bajo subterfugios “normales”, cada vez más afloran pequeños espacios -cuotas- que se configuran; pero más que esas pequeñas “cuotas”, se va revelando coincidencias sobre asuntos fácticos pendientes -altas cortes, JCE, etc.- y aproximaciones temáticas donde la autocrítica sobre creencias-conveniencias, diríamos de otrora hegemonía partidaria y de control hegemónico, ni asoma. Ahora, el expresidente juega, más que nunca, a la desmemoria pública y encima creer que su aliado de hoy no tiene claro que, no tarde, o se alinea más o, simplemente, le tendrá que abrir una trocha o frente por ser, por encima de todo, un latente adversario 2024.

Y ese es el quid del asunto: una vez juegue, como hasta ahora, bajo esa línea política-estratégica y temática, será entendido como un “aliado”; pero mientras más se acerque el 2024, se irá cerrando el círculo-sospecha y tendrá una de dos: seguir siendo bisagra-franquicia -del PRM- o probar “canela fina”, como acuñara el extinto Hatuey De Camps.

Y todo cuando descubra que su aliado, mientras juegue a su estrategia, le dará pisto, como dicen en Centroamérica, pero una vez se crea lo que fue o quiera obviar su tasa de rechazo, entonces sabrá que no dejó de correr estrategia ajena, a menos que el PRM quiera, contrariando la lógica del poder, no intentar seguir en la proa del barco nacional más allá de 2024.

Lo que digo, el PLD lo tiene claro -y lucha por volver sin ataduras ni treguas-; pero, Leonel Fernández, y es su desventaja, tendrá que decidir si rompe la unidad de propósitos estratégicos con su actual aliado o, juega, al fin -de cara al sol-, su propia estrategia y descubre que sus encantos políticos-electorales están desvaluados….

Finalmente, “El último caudillo ilustrado” en su más reciente relato-cuento (LD) sigue con la fábula del “fraude”, pero obvia, adrede, que, primero, claudicó en su defensa de “primarias cerradas”; segundo, hizo oposición abierta a su otrora partido y gobierno -que la oposición, inteligentemente, aprovechó-; y tercero, ahora, además de querer infravalorar inteligencia colectiva, uno no sabe si se está deshaciendo de haber asumido una consigna ajena: “!Se van!” o, adjudicándose un triunfo electoral también ajeno -sobredimensionándose- y, de paso, exigiendo más…

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