Nunca he favorecido el voto preferencial; hemos visto sus resultados en las elecciones.
Argumentos a su favor es que permite al elector votar por uno o más candidatos de partidos diferentes, que permite valorar las cualidades del candidato, abre la posibilidad mucho más allá de las estructuras partidarias y se eligen candidatos más populares.

Visto así de simple, parecería un sistema muy democrático a diferencia del sistema de lista, que sólo se puede elegir candidatos de una misma organización política.

La experiencia es otra. Los partidos al no tener lista cerrada, dejan de tener control sobre los candidatos y prefieren este sistema porque de esta forma el candidato financia su campaña y la de otros.

El candidato desarrolla una campaña sobre su figura, sin tomar en cuenta los lineamentos del partido y no han sido pocos que, luego de terminar las elecciones se declaran independientes. Sus intereses terminan siendo contrarios a los del partido y hasta de la propia sociedad.

Otro elemento en contra del sistema de votación preferencial, es que desata luchas internas en los partidos, amenaza con la estabilidad de la organización y con la supervivencia del sistema partidario.

Pero el elemento más dañino sobre este sistema de votación es que fomenta clientelismo, compra de votos, con cada elección denigra más la actividad política y, como es una candidatura personal, nunca se plantean ideas y propuestas. La elección se convierte en una lucha del que tenga más recursos, esto lleva a la desgraciada posible situación de que el que llega a tener un escaño en el Congreso o una Alcaldía puede ser perfectamente con dinero ilícito.

Aquí las cualidades las determina el señor dinero, no socavemos las instituciones como lo hemos visto en muchos países, los congresos y mucho peor, las municipalidades, terminan controlados por las mafias y el político serio queda fuera porque las campañas terminan siendo una carrera extremadamente larga y costosa.

Para evitar las contribuciones excesivas, el aporte personal a candidatos y las ventajas del partido en el poder, se estableció que se asignaría a los partidos que en los sufragios obtuvieran más de 5% del total de los votos válidos emitidos, un 80% de los recursos asignados en el presupuesto, distribuidos en partes iguales.

La misma resolución estableció el 12% de los recursos para los partidos que hayan obtenido entre el 1% y menos del 5% distribuidos en partes iguales y finalmente un 8% para aquellos cuya votación haya sido menor del 1%.

Para este año los partidos recibirán la suma de RD$1,260,400,000.00, que serán distribuidos de la manera que hemos descrito.

Reunido con tres buenos amigos, con mucha capacidad para analizar el entorno político, decíamos que todo este dinero no ha servido para hacer las campañas menos costosas. Que no se cumplen con los límites establecidos de contribuciones, ni mucho menos los tiempos en que se pueden iniciar las campañas, que las nuestras, en algunos casos, pueden durar hasta cuatro años.

¿Hacia dónde nos lleva un sistema como este? El Presidente Abinader propuso reducir el monto a recibir por parte de los partidos a un 50%, siempre de acuerdo con los montos establecidos por la ley. Inmediatamente surgieron las voces de protestas de los partidos recodándonos aquel refrán de niños “lo que se da no se quita, sino te sale una verrugüita”.

Entiendo que muchos partidos se endeudan para cubrir los gastos de las elecciones, por lo que una medida como esta debe ser comunicada con tiempo, pero de nuevo entiendo… no la aceptarán.

¿Qué hacemos? ¿Permitimos que cada elección nos cueste más que la anterior? ¿Aplicaremos los topes de aportes a las campañas o seguiremos violando la ley?

Ley que la violan los propios partidos cuando envían invitaciones a actividades que pueden costar dos millones de pesos por persona, lo que increíble, muchas veces es un aporte ridículo frente a sumas elevadas que se llegan hacer de forma personal o corporativa.

¿Dónde están los críticos de todo? ¿Por qué callan esto? Los partidos políticos en una actitud imprudente se niegan a cambiar el sistema preferencial. Las consecuencias serán que primero caerán las estructuras municipales, mucho más fáciles de corromper, después las congresuales, como ha sucedido en muchos países.

Como nación hemos tenido suerte, en cada elección presidencial nuestros candidatos no han estado salpicados por las críticas de la procedencia de los recursos. También tenemos legisladores, alcaldes y regidores impecables, que no sucumben al dinero ilícito.

Actuemos a tiempo, miremos lo que sucede en otros países, los empresarios, la banca, organismos reguladores tienen una importante función que cumplir. La Junta Central Electoral aplicando la ley, la duración de campañas y la obligatoriedad de los partidos de revelar sus fuentes de ingreso y límites de los aportes.

Esperemos que pronto podamos volver al sistema de listas y eliminemos el sistema preferencial.

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