La migración irregular hacia Estados Unidos se mantiene como un tópico de amplia discusión a nivel internacional, a propósito de la coincidencia de varios factores que podrían propiciar el aumento de este flujo migratorio a partir del 11 de mayo, como el fin del Título 42, una medida de salud pública adoptada por la nación norteamericana tras el inicio del Covid-19, bajo la cual se expulsa hacia México o su país de procedencia a las personas que podrían tener la enfermedad; y el adelanto de nuevas disposiciones migratorias, entre ellas, el establecimiento de centros de procesamiento para migrantes en Colombia y Guatemala, lo que permitirá que estos puedan solicitar su ingreso a territorio estadounidense por la vía legal.

Se ha considerado extender dichos centros a otros países, pero esa iniciativa quizás no desaliente a quienes procuren migrar de forma irregular, conscientes de que no todos aplican y que el proceso puede tardar. Esto también pone en perspectiva lo que sucederá con los miles de indocumentados varados en México o los que ya iniciaron su periplo para llegar hasta allá.

Otro punto a tener presente, es que Canadá y España convinieron aceptar parte de los migrantes gestionados por la vía legal en los centros ya citados, pero quizás para ellos esto no sea un atractivo, pues su aspiración es llegar específicamente a territorio estadounidense, donde muchas veces cuentan con un familiar o allegado; donde es más fácil recibir ayuda, regularizarse y cambiar de estatus migratorio que en Canadá; mientras que superarse económicamente es más cuesta arriba en España, porque la mano de obra es más barata, por lo menos en los puestos de trabajo a los que gran parte de ellos podrían acceder.

Es casi predecible que en los próximos días trascienda mediáticamente la ocurrencia de episodios de desorden y violencia en la frontera entre México y Estados Unidos, donde la desinformación y la desesperación se pone de manifiesto en la realización de protestas y otras acciones que contra toda lógica encabezan los migrantes irregulares.

La historia evidencia que los controles migratorios deben rearticularse para frenar con relativo éxito la migración irregular y sus riesgos conexos, que tienen sus picos cada cierto tiempo. Esto así, porque los traficantes, coyotes y las mafias que se establecen para lucrar con los indocumentados exploran nuevas rutas, cada vez más riesgosas.

Estados Unidos requiere reforzar su colaboración y apoyo con los países que forman parte de las rutas establecidas para la migración irregular, sobre todo con México, que por igual sufre los embates de la llegada masiva de migrantes, que han alterado la vida cotidiana de los pueblos fronterizos en los que están asentados y donde muchos posiblemente se quedarán, si finalmente no ven concretado su anhelo de pisar suelo estadounidense.

La migración es un tema que cobrará mucho interés político, pues las remesas que aportan las diásporas son un aliciente para muchas economías. En el marco de esta coyuntura, el presidente Joe Biden necesita proyectar un manejo adecuado de la situación de crisis en un año preelectoral, en el que buscará la reelección, mientras que sus niveles de aprobación se mantienen fluctuantes.

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