El pasado sábado 14 se cumplieron 66 años de la expedición de Constanza, cuando 54 héroes tuvieron el extraordinario valor de aterrizar en el pequeño aeródromo de esa ciudad. Un C-46, versión militar del famoso DC3, domingo, bajo el signo de Géminis, con la luna en cuarto creciente, a las 6:20 de la tarde, 54 expedicionarios de diferentes naciones fueron capaces de colarse en el corazón de las lomas de la Cordillera Central. Provocaron en el régimen de Trujillo una bestial reacción de su poderío bélico, como parte, además, de dos incursiones marítimas que, salidas de cuba, pretendían establecer una guerrilla en 3 puntos simultáneos. El azar y los recursos de Trujillo que logró penetrar los planes y comprar sabotajes retrasaron la salida de las dos embarcaciones: Carmen Elsa por Maimón y la Tinima por Estero Hondo. Al avión le habían sido pintadas las insignias de la Aviación Militar Dominicana y una bandera con los colores invertidos. El destino hizo que, tras un intercambio de disparos con guardias de servicio en el aeropuerto, en la confusión se cayó la tabla que habían traído para desembarcar lo que les hizo perder mochilas y equipos necesarios. Sin confirmación, alguien me dijo que el esposo de Benza, la que creó los famosos dulces que caracterizan a Constanza, perdió la vida cumpliendo con su deber como militar activo y de servicio. Los expedicionarios no sufrieron baja alguna en esa refriega inicial. Había entre los expedicionarios: dominicanos, puertorriqueños, cubanos, venezolanos, un guatemalteco, un norteamericano y un español entrenados en Mil Cumbres, Cuba, con dos pilotos de esa nacionalidad y Juan de Dios Ventura Simó, como ingeniero de vuelo, que debía regresar a Cuba y se quedó. Se dividieron en dos columnas: una comandada por Enrique Jiménez Moya con 32 combatientes y la otra por Delio Gómez Ochoa con 22 que perdieron contacto casi al inicio. Con vida solo sobrevivieron: Poncio Pou Saleta, Mayobanex Vargas, Francisco Medardo German y los cubanos Pablito Mirabal de apenas 15 años y Delio Gómez Ochoa. Este último escribió un valioso libro, “La Victoria de los caídos” en el que da detalles trascendentes de la epopeya que dio inicio al final de la dictadura de Trujillo.

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