Hoy, con absoluta independencia, transparencia y plena libertad, publico mi declaración jurada de bienes, no de males, que de eso, aunque quisiera, no podría escribir una palabra. Para una mejor comprensión, me referiré a dos tipos de bienes, reconociendo que hay otras clasificaciones. Adelanto que mi declaración escapa a estos ámbitos.
Existen los bienes materiales. Pueden ser muebles o inmuebles. Son, por ejemplo, vehículos modernos o chatarras, yates de lujo o botes de remar, colecciones de monedas, electrodomésticos, joyas, cuentas bancarias aquí y en el exterior, solares, casas, apartamentos, perros de raza y gatos de Angora. En esencia, abarca todo lo que tiene valor. Muchos tienen la obligación de informarlo sin maquillaje y con la verdad a la Dirección General de Impuestos Internos y a la Cámara de Cuentas.

Por otro lado, están los bienes inmateriales. Son intangibles. No se pueden tocar. Eso sí, no por ello carecen de valor. Aquí tenemos el conocimiento, las creaciones artísticas, las canciones, una página web y casi todo lo relacionado con la propiedad intelectual; naturalmente, por igual tienen su precio y en ocasiones mucho más que los primeros.

De estos tipos de bienes no me preocupo, aunque por un asunto de sobrevivencia debo ocuparme. No me sobran ni me faltan. Y como siempre están ahí, si los necesito trabajo para adquirirlos. Y de lo que puedo disponer, en esencia, no todo es mío, porque he aprendido que solo se tiene lo que se comparte y que lo demás estorba, toma un espacio que puede ser habitado por la paz. Inicio con la declaración de bienes que me satisface.

Juro, ante el notario divino y con mi conciencia de testigo, que poseo una familia excelente, que me nutre de amor; extraordinarias amistades por doquier que me hacen libre y solidario de doble vía; servicio al prójimo desde pequeño, lo que es mi deber; estudios en varios ámbitos, lo que me ayuda a ser más eficiente y a comprender la condición humana; religión, para luchar por el la fraternidad, siguiendo a Jesús; abogacía, para alcanzar una sociedad más justa y digna; literatura, para aprender y expresarme; política, para construir una patria mejor; deporte, como medio de que la juventud se desarrolle moral y físicamente; música, arte, y cultura, para trascender como persona. De todo lo cual doy fe.

Como es de suponer, no establezco fecha ni lugar al final, como es de ley, pues es mi clara intención firmar esta declaración todos días a la hora que mi corazón indique y en cualquier parte del mundo donde yo esté; y comprendo perfectamente las nefastas consecuencias de no cumplirla: ser infeliz, pobre de espíritu e inútil.

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