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Al principio, lo más probable es que solo se tratara de uno que otro sonido gutural emitido por humanos rudimentarios. Fue entonces cuando descubrir la utilidad que aquello tenía, para trasladar ideas desde un cerebro a otros, abrió un mundo a la posibilidad de emitir y recibir sonidos con propósito. Hasta ese momento, solo los gestos se habían encargado de portar la carga semántica de la comunicación. Bueno, gestos y algo más: de seguro que uno que otro “toma que lleva”, en sus más diversas modalidades, asumiría labor sustituta cuando los gestos no alcanzaban para lograr entendimiento. Debió pasar tiempo para que aquellos sonidos guturales fueran puliéndose y logrando mejor precisión a la hora de hacer saber sobre emociones, sentimientos, ideas y lo que quiera exteriorizar cualquier ser humano. Hoy, aunque muchos parecen no entenderlo, tenemos la oportunidad de pronunciar palabras con propósito.

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