Quisiera ser: más invisible que conserje, chofer, secretaria, mesero o estilista, que se enteran de todo porque oyen lo que se comenta y el cliente se olvida de su presencia. Menos terco que el que está bebido y, aun así, no quiere entregar las llaves de su vehículo. Nunca impertinente como una suegra que visite a los recién casados en plena luna de miel; aunque más contento que muchacho con mesada o trabajador acabado de cobrar.

Tan valiente como el que viste de rojo en una plaza de toros, pero no tan inoportuno como quien le da un ataque de risa en pleno velorio. Más silenciosa que esposa disgustada y jamás parlanchina como jamona de pueblo; persistente como enamorado no correspondido o vendedor de productos por teléfono o bien, tan despreocupado y libre como perro vira lata. Talvez, mejor, tan aliviado como un estudiante al que le exoneraron el examen, corredor al que, después de recorrer varios kilómetros, le ofrecen agua o paciente que recibe los resultados para comprobar que su padecimiento era benigno.

Más satisfecho y descargado que profesor que acaba de publicar las notas y por fin, puede declararse de vacaciones o alumno que se creía reprobado y pudo pasar rasante la asignatura, por puro milagro. Quisiera tener las toneladas de esperanza y el optimismo del que busca la visa por enésima vez y aún cree que se la concederán; del solicitante de préstamo sin garantía o de trabajo sin preparación que espera obtenerlo, del obeso que por un día de ejercicio y dieta se crea delgado o del deudor recalcitrante que aun piensa que no le van a cobrar.

Más creativo que un niño con una crayola y una pared blanca acabada de pintar o bien, tan ilusionado como llegado el 24 de diciembre en espera de encontrar un regalo bajo el árbol, con la inocencia de imaginar que su papá es un superhéroe y que su mamá no se puede equivocar y mucho menos, enfermar porque es infalible.

¿Quién como un artista para ganarse la fama y vivir de que lo complazcan y luego decir que trabaja más duro que el que se levanta de madrugada para cubrir una jornada mal remunerada que no termina hasta la noche? ¿O el deportista engreído al que todo se le justifica porque es que está presionado por el torneo? Y ¿qué hay del chofer que maneja temerariamente llevándose todo por delante y nada pasa porque el pobrecito no tuvo formación escolar o viene de una familia disfuncional?

Al final, solo queda conformarse porque, a veces, se es lo que se puede ser y no lo que el otro quisiera.

Posted in Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas