Amuchos les parecía que de lo que se trataba en el PLD era una lucha interna por la candidatura presidencial, y que aquello era una desagradable situación entre competidores por el control de un partido en el Poder.

Era lógico pensarlo, habían referentes. Cómo no creer que se repetía la mala práctica de asaltar proyectos políticos exitosos para buscar provechos propios. Se creyó que eso ocurría entre Leonel y Danilo, quienes se enfrentaban por una candidatura presidencial, en la una organización con más éxitos políticos y amplia vocación de poder.

Los éxitos de la organización estaban en sus resultados gobernando; estabilidad y crecimiento macroeconómico sostenido, aún en crisis económicas internas y mundiales. Excelente gobernanza que no es otra cosa que, como lo define la Real Academia Española, :”Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”.

El crecimiento económico sostenido despertó ambición en integrantes del núcleo de dirigentes y el éxito creciente y permanente de la organización deslumbró a los de débil formación política, creyéndose merecedores de parte de las riquezas creadas y estimándose figuras relevantes con méritos propios por haberse convertido en personajes nacionales.

Desde los medios de comunicación y en tertulias de amigos se fue identificando esa conducta como el de un grupo de dirigentes políticos que se convertía en un consorcio de empresarios. Dentro de la organización fue surgiendo la respuesta a ese comportamiento que desnaturalizaba a la organización y que en un partido de gobierno era grave porque arrastraría al gobierno y a las instituciones del Estado.

El momento para tomar cuerpo surge al ser elegido Presidente de la República Danilo Medina. No había tomado posesión como Presidente y se advertía la embestida contra Leonel, identificado como el que podía detener la perpetuación en el Poder.

Hubo que mover las bases de la organización y para ello se celebraron eventos públicos y de masas, a propósito del segundo centenario de Duarte, los 50 años del gobierno de Bosch y su Constitución, el 150 aniversario de la Guerra Restauradora y el 40 aniversario de la fundación del PLD.

El proceso fue tomando un derrotero de claro enfrentamiento por las embestidas desde el Palacio Nacional contra Leonel. Éste, por prudencia se recogía. Pero, Danilo no paraba y con crudeza y desparpajo mostró su voluntad de perpetuarse en el Poder.

El reto era evitar un rompimiento, pero frenar aquel desbordamiento a los límites del Poder. Habían quienes entendían que por la simpatía y liderazgo de Leonel, él “le ganaba como quiera” si competía con Danilo. Leonel prefirió, y ahí también lo acompañé, asumir la vigencia de las normas constitucionales para que Danilo se acogiera a los límites que rigen el sistema democrático del país.

Se marchó frente al Congreso para evitar una reforma Constitucional y cuando Danilo no pudo ser él, se inventó un candidato, haciendo fraude, destruyó de paso todas las posibilidades de que el PLD siguiera gobernando.

Lo que fue un proyecto histórico exitoso, lo convirtió en un pulpo, figura que se asemeja a una asociación de tentáculos ilícitos. Ahora se entiende mejor lo que pasó en el PLD.

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