El carácter del ser humano es poliédrico, tiene varias caras. Aunque siempre imperará una forma o manera de encarar la vida sobre las demás, nuestras posturas en la vida diaria dependerán, en una enorme cantidad de veces, de factores que no podemos controlar –diría Epicteto- que “no dependen de nosotros”, y nos obligan a una postura cercana a la prudencia o justo medio aristotélico.

En nuestra vida privada, en relación a las posturas pasivas y ceder siempre ante los cuestionamientos, requerimientos o ideas de los demás, sin opinar ni negarse, quizás no tienen más implicaciones que nuestra propia vida y entorno más cercano; también, en el ámbito de los negocios es entendible. El pueblo dice: el caballo se amarra donde diga el amo.

Ahora, esa pasividad, en la mayor cantidad de casos, es fatal en asuntos que tienen que ver con el manejo de los fondos públicos y las posturas a lo interno de organizaciones políticas. Por múltiples razones, incluyendo el culto a la personalidad y el fomento de liderazgos mesiánicos.

A ese tipo de persona que acepta sin opinar, sin fijar posturas de forma responsable, lo que le indica su partido o su “líder” político, se le llama, en el mundo anglosajón: “yes man” (Sí, señor).

Estos hombres, dentro de la estructura partidaria o personal del “líder” político al que siguen, pueden tener buenas intenciones y capacidades, pero la sujeción total a la organización, o al “líder”, los hace ser peligrosos para las mayorías, y muchas veces, incluso, para las mismas organizaciones en las que militan.

La discusión racional, la búsqueda de consenso, debe ser un norte dentro de la actividad política. La adhesión total, produce monstruos políticos, líderes mesiánicos que confunden sus deseos con los de todos y que procuran imponerlos al entender que son designios casi divinos. Ejemplos históricos, tendríamos millares.

El punto es que muchas veces quien opina, aún con buenas intenciones, lo alejan, lo excluyen, no lo toman en cuenta, es cierto, pero es mejor que el silencio cómplice y temeroso. Hoy, que no existen las escuelas de formación en los partidos políticos del sistema ni discusión ideológica y que todos parecen ser un “quítate tú, para ponerme yo”, son más que nunca necesarios los disidentes. En derecho se dice, en relación a los votos disidentes en los tribunales colegiados, que los disidentes de hoy, serán los votos firmes mañana.

Un “Sí, señor” (yes man), está bien en los negocios, debido a que el empleador es dueño de su compañía, podría estar bien en la vida privada de las personas; pero es una mala opción en la política.

En esta actividad, que un dirigente actúe sin razonar en función del mandato recibido por su organización política o por el “líder” al que sigue, siempre será peor a uno con el cual se necesite consensuar posturas para fijar criterios en función de los intereses generales de la organización de que se trate. Y esto, tanto para “el gobierno”, como para la “oposición”.

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