Todos socialistas

Tanto los de izquierda como los de derecha, han irrespetado por igual el derecho y el verdadero deseo de sus ciudadanos

El diccionario define el socialismo como ese sistema donde el Estado interviene en la propiedad de los medios de producción y en la distribución de bienes. Tradicionalmente se asocia a gobiernos de izquierda.

Pero si analizamos la historia reciente del mundo occidental, nos damos cuenta de que hasta las dictaduras de derecha han gobernado como socialistas. La de Franco, por ejemplo, usaba el término “justicia social” para justificar el aumento de impuestos, y vendía el gasto público como algo que beneficiaba a todos y que por tanto, todos debían pagar.

Tanto los gobiernos de izquierda, como los de derecha, nos han hecho creer que solo gracias al Estado permanece la calma, y que sin él nos mataríamos los unos a los otros. Que sin ese Estado no habría orden, ni educación, ni salud, ni gestos solidarios hacia los más necesitados, ni bomberos, ni ciudades limpias, ni protección en la vejez.

Implícitamente nos han enseñado que la gente es tan irracional, que se dejaría morir por una enfermedad, o no aprendería ni a leer ni escribir, ni ahorraría para los tiempos difíciles, sin la intervención de esa entidad superior.

Ningún político, de ningún partido (salvo contadas excepciones) les recuerda a los ciudadanos de su país, que el Estado no produce un solo centavo, y que para disponer de los recursos para gastar en todo lo que promete, primero tiene que quitárselos a ellos.

Como tampoco les informa que todos esos servicios que les brinda el gobierno (después de quitarles su dinero), hubiesen sido mucho más eficientes y de mejor calidad si se hubiesen dejado a cargo de instituciones no gubernamentales. La Iglesia es un ejemplo de ello, cuando se le ha dejado gestionar hospitales y escuelas. Y la experiencia demuestra que donde coexisten el sector privado y el público, hasta los muy pobres son capaces de endeudarse, con tal de acceder al primero.

Tanto los de izquierda como los de derecha, han irrespetado por igual el derecho y el verdadero deseo de sus ciudadanos: conservar lo que es suyo. Unos y otros los han obligado a entregárselo a ellos a través de impuestos y otras cargas, tratándolos de ladrones si no están dispuestos y elaborando esquemas de recaudación tan complicados que les resulta difícil desentrañar sus implicaciones. Y con este atropello fiscal, han financiado el crecimiento desproporcionado del aparato estatal.

Todos por igual han adoptado la narrativa de que somos peligrosos si se nos deja libres para usar nuestro dinero como queramos, y que al Estado por lo tanto hay que otrorgarle el poder de una especie de dios, que todo lo hace mejor, que todo lo sabe, y que nadie puede desafiar.

En la ciudad de Nueva York, acaba de ganar las primarias demócratas un joven musulmán, abiertamente socialista. Esto acaba de suceder en la ciudad que solía ostentar con orgullo las virtudes del capitalismo, y donde ese orgullo fue pisoteado vilmente por un grupo de terroristas musulmanes el 11 de septiembre de 2001.

Y en América Latina, solo Javier Milei ha tenido la valentía de ir desmantelando este escenario (fue premiado con excelentes resultados económicos para Argentina). Los demás países no tienen esa suerte. Llámense como se llamen los partidos al mando de los mismos, y sea cual sea la impresión que den sus dirigentes…¡todos están siendo gobernados por socialistas! Incluyendo el nuestro.

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