Cada cierto tiempo presto el espacio, para que algunos amigos fijen sus posturas sobre temas de interés, esta vez el jurista Emilio Aquino Jiménez (@3072emilio), escribe sobre un tema algo controversial:
Cada momento histórico de la humanidad ha tenido grupos en condiciones de vulnerabilidad. Los súbditos, pobres, plebes, judíos, protestantes, negros, homosexuales…, en ellos la condición de ser humano no era suficiente para tener garantizado el derecho a ser tratado igual a los demás, en otras palabras eran discriminados por haber nacido o decidido adoptar ciertas condiciones rechazadas socialmente.

Nadie decide nacer pobre, negro o indígena. Además, al desarrollarse cada quien decide seguir el dogma religioso que su consciencia le permita, así como pertenecer al partido que le parezca-en democracia- o estudiar la carrera que desee. Cada decisión debe ser respetada por los demás y ello no debe constituir un motivo para rechazar o maltratar a quien decida en uno u otro sentido. Simplemente es su condición o decisión y debe ser respetada.

Actualmente existe gran demanda social de los grupos LGBTI-Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero e Intersexual-para que le sean respetados sus derechos humanos, a fin de garantizar el derecho a la igualdad de todos, sin discriminación. Se trata de un reclamo que como en otros tiempos, encuentra rechazo por algunos sectores sociales, que ven en estos grupos, un desvío de los valores culturales y morales de la sociedad.

Sin embargo, es necesario advertir que toda acción tendente a no respetar los derechos fundamentales de esos grupos, es un atentado al derecho constitucional a la igualdad. Los derechos fundamentales son inherentes al ser humano, negar la existencia de personas que nacen o tienen preferencias distintas a la generalidad es contrario a la racionalidad. Esos grupos siempre han existido, el hecho de que ahora se hayan visibilizado, es solo porque han perdido el temor a la estigmatización social que siempre han sufrido.

Por tanto, cuando Rosa Parks se negó a entregar su asiento en el autobús en el año 1955, lo hizo porque perdió el miedo, que por generaciones venían arrastrando los discriminados por el color de su piel. Ella decidió reclamar el derecho que tenía a sentarse tanto como el blanco en el autobús que tomaba al salir de su trabajo. Ese hecho provocó que las muchedumbres se lanzaran a las calles a reclamar sus derechos fundamentales como seres humanos, pero no fue la ley de derechos civiles que logró el reconocimiento del derecho a no ser discriminados por el color de su piel, el reconocimiento social fue la clave.

Así como Rosa Park, hoy muchos Trans están reclamando su derecho a la igualdad y, aunque tenemos Constitución y normas de derechos humanos que garantizan la no discriminación de esos grupos, no podremos hablar de igualdad si la sociedad no se Trans-forma, entendiendo que “el respeto al derecho ajeno es la paz”. No se trata de reconocer, es de respetar a quien decide encaminar su vida por senderos distintos a los que consideramos “normal”.

Reconocer sus derechos nos hace más humanos.

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