Escaramuza

El cruce de párrafos entre Julio Maríñez (Conan El Bárbaro en el PRD institucional) y el profesor Aníbal García Duvergé, por diferencias, leves pero diferencias al fin, a causa de una convocatoria hecha por el secretario nacional de Organización&#

El cruce de párrafos entre Julio Maríñez (Conan El Bárbaro en el PRD institucional) y el profesor Aníbal García Duvergé, por diferencias, leves pero diferencias al fin, a causa de una convocatoria hecha por el secretario nacional de Organización interino a seguidores suyos para consultarlos por la unidad perredeísta, es lo más parecido a una escaramuza menor, solucionable con un “conversao” bajo la sombra de par de tazas de café servidas por el siempre fiel Pío, en uno de esos salones que guardan tantos secretos de amarres, pasaderas de mano y otras cosas, en la quinta planta del edificio Hylsa de la avenida Winston Churchill, que es donde Miguel Vargas Maldonado tiene sus oficinas personales, las cuales generalmente permanecen llenas de perredeístas, seguidores suyos y no suyos pero creyentes en la bandera blanca y el jacho prendido. No creo que la sangre llegue al río entre Maríñez y el exsenador de San Cristóbal, aún cuando ambos son dos gallos que vienen de trabas que no producen pelones. Peso a cabo de túbano que bastará un llamado del Hombre del Bigote para que se esté fumando ahí la pipa de la paz, mi amigo Henry Sarraf incluido. Ya veremos…

Maña sea

Si Francisco Javier García ha sido exitoso como jefe de campaña en cinco confrontaciones consecutivas, maña sería (como dice el populacho) que no pudiera promover sus propias aspiraciones con posibilidades de añadir otra muesca a la cacha de su pistola en señal de triunfo. Por eso, desde que el ministro salió a la arena varios de sus compañeros de partido con iguales aspiraciones vienen recogiendo los bates. Ahora bien, hay quienes piensan, como yo también, que la carrera política victoriosa de Francisco Javier no debe ponerse en riesgo arrimando su proyecto a quienes muchos consideran asesores fallidos, de esos que batean para promedios subterráneos, célebres por sus mediciones que cada vez dan más risa por lo tanto que han errado. Cuidado con eso, ministro, ¡cuuuiiidaaaooo…!

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