Víctimas de guerra civil española apoyan a Garzón en su juicio

MADRID (AP).- Víctimas del bando perdedor republicano de la guerra civil española relataron el miércoles el calvario que vivieron aquellos años y las trabas que sufren para localizar a sus seres queridos, en un intento por defe

MADRID (AP).- Víctimas del bando perdedor republicano de la guerra civil española relataron el miércoles el calvario que vivieron aquellos años y las trabas que sufren para localizar a sus seres queridos, en un intento por defender la labor del juez Baltasar Garzón en la persecución de los crímenes del franquismo y la búsqueda de desaparecidos.

Han tenido que pasar más de 35 años desde la muerte del dictador Francisco Franco para que el testimonio de familiares de desaparecidos republicanos se escuche por primera vez en un tribunal de justicia español, en este caso en el Tribunal Supremo y nada menos que en la causa que se sigue contra Garzón por el delito de prevaricación.

María Martín, de 81 años, entró en la sala ayudada de un andador y vestida rigurosamente de negro. Sin apenas voz, pero con buena memoria, recordó cómo las tropas leales a Franco irrumpieron en su pueblo al comienzo de la guerra y se llevaron a su madre Agustina López.

Nunca volvió a verla.

«La sacaron, se la llevaron y la mataron», dijo Martín, quien tenía seis años cuando ocurrieron los hechos en septiembre de 1936.

López fue fusilada junto a un grupo de 30 personas —27 hombres y tres mujeres— en el municipio de Pedro Bernardo, a unos 150 kilómetros al norte de la capital Madrid. Su cuerpo fue enterrado en una fosa común y todavía no se ha podido exhumar.

Acompañada de una foto de época de su familia y un mapa dibujado a mano con la ubicación probable de la fosa, la testigo explicó cómo su padre fue amenazado cuando intentó reclamar el cadáver.

«No vayamos a hacer contigo lo que hicimos con ella», aseguró Martín López que respondieron las autoridades franquistas.

En su breve declaración, dadas las dificultades que tenía para hacer oír su voz, recordó cómo a ella y en general a todos los «rojos» —cómo se conocía popularmente a los republicanos— les obligaban a beber aceite de ricino con guindillas para «purgarse».

A continuación, se escuchó la historia de Pino Sosa, de 75 años, quien busca el cuerpo de su padre y de otros 500 desaparecidos desde una asociación de las Islas Canarias.

«Se los llevaron de casa, los apalearon, los tuvieron presos y les hicieron muchas cosas», dijo Sosa. «Cuando se llevaron a mi padre yo era muy pequeñina. Se llevaron el pan y el sal de la casa».

«Además, mi madre quedó enferma, buscaba a mi padre y nunca lo consiguió», agregó.

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