La propuesta que formuló durante su rendición de cuentas el presidente Luis Abinader, de un acuerdo nacional para enfrentar el problema haitiano como respuesta para la defensa y protección de nuestra soberanía, tiene una inspiración loable y noble pero difícil de concretar.

Y es así porque lograr “un pacto de país” alrededor del tema y que involucre a los principales actores políticos y nacionales, como lo propone el mandatario, aparece como imposible en esta coyuntura, aunque lo plantee solo como mecanismo de consulta permanente, que no necesariamente debe ser formal, oficial y público.

Las reacciones inmediatas a su rendición de cuentas de esos “actores políticos y nacionales principales” son indicativas de que al menos en el decurso del proceso electoral y hasta cruzar por las votaciones nacionales de mayo del año próximo, ninguna idea de ese tipo encontraría terreno fecundo.

Habría que empezar porque el acontecimiento inmediatamente anterior a esta idea concertadora, la presentación y posterior retiro del proyecto de trata de personas, ha creado un ambiente de desconfianza entre los partidos y el gobierno que mina y torna infértil la propuesta.

Además de que esta convocatoria estuvo precedida de otro fallido bonito gesto, y que denota falta de sinceridad que impera, como fue la firma en el Palacio Nacional de un documento en el que una treintena de organizaciones se comprometió a impulsar acciones junto al Gobierno que ayuden al país a un adecuado y correcto manejo de la crisis haitiana.

Entre los firmantes estaban los “actores políticos y nacionales principales” que hoy son nuevamente convocados, una acción formal que no tuvo aplicación ni evolución en la práctica.

Por eso es que lo menos que pudiera ocurrir ahora, y mientras se espera que haya “quórum” para que cristalice este “pacto de país” que propone Abinader, es que provoque la dispersión de los actuales esfuerzos y políticas gubernamentales sobre el tema haitiano.

Ya que alrededor de las políticas que implementa Abinader hay un consenso nacional, que compromete también a los “actores políticos y nacionales principales”, quizá más que llamar a un pacto lo que debiera el mandatario es continuar liderando este proceso, bajo las consignas de que no hay ni habrá solución dominicana a los problemas de Haití; y que los problemas de Haití deben resolverse en Haití.

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