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El terremoto que ha sacudido la frontera de Siria y Turquía, con más de 140 réplicas igualmente potentes y letales, ha dejado un panorama desolador.

El balance de muertos no para de crecer y las cifras quedan desactualizadas con cada minuto que pasa. Los últimos conteos las sitúan en más de 20 mil fallecidos, 17,134 de ellos en Turquía y 3,317 en Siria.

Mientras tanto, las esperanzas de encontrar sobrevivientes se desvanecen, complicadas por el viento, la lluvia y la nieve en muchas áreas, precisamente en las horas de mayor importancia para salvar vidas.

Se reportan dos necesidades urgentes: brindar los suministros necesarios para que los equipos de rescate lleguen a todas las regiones donde los necesiten, y dar protección contra el frío en dichas zonas.

El optimismo decrece, pero la ayuda material y humana enviada no ha cesado de llegar, según se ha podido saber, por 70 Estados y 14 organismos internacionales, que se combinan en una operación conformada por alrededor de 50.000 personas, con la presencia de 2.700 especialistas en rescate procedentes de 65 países.

Algunos de ellos ya han llegado o están en camino hacia las zonas más afectadas.

A este panorama apocalíptico se suman pérdidas económicas, que según la agencia calificadora Fitch pueden “superar los dos mil millones de dólares” y “podrían alcanzar los cuatro mil millones de dólares o más”.

Al paso de las horas el drama humano se agiganta en el noroeste de Siria, controlado por los rebeldes, debido a una situación de guerra civil y de inestabilidad que lleva casi doce años.

Eso dificulta que la ayuda fluya y llegue adonde es de vida o muerte la situación que padecen poblaciones enteras sumidas en carencia y vulnerabilidad.

Los primeros aviones con suministros y personal especializado que llegaron a Siria proceden de varios países islámicos y de Rusia, pero esta ayuda se quedará en la zona controlada por el gobierno de Damasco, pues no se espera que sea compartida con el área bajo control de los grupos rebeldes.

Ante esta desoladora situación que multiplica derrumbes, destrucción, muerte y miseria, el mundo entero debería multiplicar su asistencia.

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