Los Congos sobreviven al tiempo

Los africanos que llegaron como esclavos a la isla, dejaron en Villa Mella un legado que sus niños y viejos pregonan hoy con orgullo: Los Congos.

Los africanos que llegaron como esclavos a la isla, dejaron en Villa Mella un legado que sus niños y viejos pregonan hoy con orgullo: Los Congos.

Los cofrades, su música, sus instrumentos y rituales fúnebres y de festejos conforman la Cofradía del Espíritu Santo de Los Congos de Villa Mella, popularmente conocida como Los Congos de Villa Mella, una expresión cultural afrodominicana que quedó de los negros esclavos y sus descendientes cuando poblaron esta zona de ingenios azucareros.

La Organización de las Naciones Unidas para Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró a la Cofradía de Los Congos, como Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad en el 2001, el mismo año que se crea la distinción internacional para reconocer las expresiones culturales populares que se transmiten oralmente, por imitación u otros medios.

Hoy día, la promesa de que la tradición no muera recae sobre unos 12 grupos, distribuidos en las comunidades de Villa Mella. Sobre sus hombros maduros -sí, muchos de sus integrantes ya envejecen- está mantener la cultura viva a través de sus niños, enseñándoles a bailar, tocar, cantar y a hacer Los Congos.

¿Qué festejan?
Los cofrades atribuyen a lo divino el origen de la Cofradía. “La creencia de ellos es que fue el mismo Espíritu Santo quien vino, trajo esos instrumentos donde hoy está la iglesia del Espíritu Santo de Villa Mella. Para ellos, los instrumentos no son propiedad de ningún conguero”, señala Josefina Tavárez, gestora cultural y voluntaria de esta hermandad.

Conmemoran dos acontecimientos importantes: Las fiestas de su patrón Espíritu Santo y las ceremonias fúnebres. En ambos rituales se tocan los “21 toques” es decir 21 canciones acompañadas de ron, café y comida.

Una voz principal, los coristas y la fusión de cuatro instrumentos: Los Congos, conguitos, las maracas y canoítas, forman la parte musical que es bailada por una sola pareja a la vez.

El día de Pentecostés se conmemora la llegada del Espíritu Santo y desde el sábado en la noche, los villamelleros se congregan para celebrar una misa y tocar sus congos. Para el domingo, después de la misa, el pueblo realiza una procesión y finaliza la fiesta de su patrón en un ambiente de cantos y jolgorio.

Actos fúnebres
La ceremonia de los muertos es la más solemne e importante para los cofrades y tiene tres momentos: El Noveno Día de la muerte, el Cabo de Año, es decir el primer aniversario del fallecimiento, y el Banco. Durante los rituales, aunque Tavárez asegura que en 11 años no ha visto ningún alma ‘montarse’, “puede pasar que el espíritu venga”.

“Para los rituales se levanta un túmulo de tres niveles, que es un altar hecho de papel crepé, y se coloca café, ron, velas, pertenencias del fallecido, flores… En el último nivel está la Calunga, diosa del Mar”, explica Tavárez.

Los toques se llevan a cabo durante los primeros ocho días de la muerte. El noveno día es cuando se exhibe el túmulo y al caer la tarde se quema. Es un momento triste porque aún se siente el dolor de la separación de la persona, sin embargo, hay mucha comida, se juega dominó, se toca y se toma mucho café y ron.

“En realidad los cofrades saben que así es la vida, que hay que morir. Ven la muerte de una manera muy diferente, la ven como algo natural y están preparados para eso”, subraya Tavárez, quien junto a Pío Brazobán y Sixto Minier fundaron el Museo de la Cofradía, en el año 2001.

Josefina Tavárez aclara que, aunque los actos fúnebres se perciben como una fiesta, es más bien una ceremonia para el muerto; sin embargo, cuando se convoca para un Banco, la gente está esperando un ritual alegre, porque es cuando la familia del difunto se quita el luto. “Eso de que se entierren, de que se olvidaron de ti y ya, no lo comprenden los villamelleros; para ellos es un orgullo, un prestigio, que lo sepulten de esta manera”. l

Un pequeño museo muestra su historia

En Mata de los Indios, calle 30 de Villa Mella, se encuentra el Museo de la Cofradía del Espíritu Santo de los Congos de Villa Mella: una pequeña casita de madera y zinc ubicada muy cerca de la escuela de la comunidad.

Josefina Tavárez recibe a los curiosos que coordinan un encuentro por medio del teléfono 809 239 9506, y en un ‘recorrido’, ella explica todo lo referente a este patrimonio cultural.

“Este espacio brinda atención a estudiantes y personas que quieren investigar sobre la tradición de la Cofradía… la importancia de darla a conocer y difundirla está en no dejar caer la tradición y que esa documentación quede para la gente venidera”, dice mientras sujeta uno de los instrumentos de la humilde sala.

 

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