El Presidente y las pensiones

La Superintendencia de Pensiones (Sipen) hizo muy bien con disponer la disolución del Fondo Complementario de Jubilaciones y Pensiones para…

La Superintendencia de Pensiones (Sipen) hizo muy bien con disponer la disolución del Fondo Complementario de Jubilaciones y Pensiones para Empleados de la Superintendencia de Bancos, a través del cual 49 funcionarios se auto asignaron jugosos montos al término de sus funciones, con lo que crearon una situación escandalosa que conmovió al gobierno e indignó a la ciudadanía. Eso es corregir lo que se había hecho muy mal. Satisface la declaración del superintendente de Pensiones, Joaquín Gerónimo, de que el presidente de la República tiene interés especial en que todas las pensiones del sector público sean manejadas correctamente.

Ayer, el presidente Danilo Medina destituyó al contralor General de la República, Haivanjoe NG Cortiñas, precisamente, el ex superintendente de Bancos que auspició las famosas pensiones. Algunos dirán que debió proceder desde el mismo momento que surgió el escándalo, pero eso podía interpretarse como un acto muy reactivo. Lo importante es que ha enviado un mensaje a la sociedad: hay prácticas públicas que no van acordes con las políticas de austeridad y mucho menos con su confesa determinación de transparentar la vida pública nacional.

En general, el presidente Medina está mandando claras señales sobre el gobierno que desea ejercer. Sus contactos con la realidad, con sectores y personas afectadas por diferentes problemas, sugieren que quiere tener los pies sobre la tierra y que desea conocer las cosas por sí mismo.

Su ejemplo debe ser observado por sus colaboradores. La cancelación del contralor constituye una advertencia para todos, acerca de su proceder en las responsabilidades que les ha encomendado. También le hace saber a la sociedad que mantiene vigente su promesa de actuar incluso en atención a lo que pudieran ser percepciones sobre determinados desempeños.

Y hace bien. El país está cansado de los desafueros, de los abusos de poder y del manejo alegre de los bienes de la Nación, como si fuesen propios, como si no existiera un pueblo lleno de necesidades que deben ser atendidas, y que los recursos, cada vez más exiguos, deben ser manejados con corrección e idoneidad.

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