En cuanto a los niños con alguna discapacidad, se deben buscar medidas efectivas que permitan dar continuidad a programas educativos asegurando su bienestar

En estos momentos de pandemia, existe mucha incertidumbre con el tema educativo. La realidad que ha tocado vivir a esta generación es muy diferente a cualquier otra vivida y que nuestros abuelos hayan recordado.

“Es cierto que la educación es un derecho fundamental y que el Estado debe asegurar la calidad y accesibilidad para todos los niños y niñas del país, pero muchas de las acciones presentadas hasta el momento responden a una universalidad de niños que, de manera general, siguen programas normalizados y regulares del sistema educativo, basándose así en una propuesta curricular única para todos y con accesos únicos para todos”, dice Laura A. Pérez, coordinadora de la Licenciatura en Educación, mención Educación Especial de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).

Afirma que cuando se habla de Necesidades Específicas de Apoyo Educativo (NEAE), se piensa en la atención que se da a toda la diversidad que se presenta en las aulas.

“En ese sentido, se refiere a todos los niños, tomando en cuenta sus situaciones particulares de vulnerabilidad, situación de discapacidad y de aprendizaje, etnias, religiones, culturas, entre otras, y que, por la diversidad de condiciones o situaciones, necesitan de estrategias, metodologías o currículo especializado para dar respuesta a sus necesidades. Dentro de este gran renglón sobre la atención a la diversidad, se hará especial referencia a los casos de discapacidad y las respuestas educativas hacia esta comunidad de manera específica”, especifica la profesional.

En estos tiempos, continúa, son muchas las instituciones que trabajan con niños en situaciones de discapacidad, que buscan una medida efectiva que permita dar continuidad a los programas, planes o terapias individualizadas que aseguren el bienestar físico, psicológico, cognitivo y emocional.

En tal sentido, “realizando un levantamiento entre los especialistas formadores en Educación Especial de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña, se concluyó en que las respuestas a la educación en tiempos de COVID-19 son tan diversas como la población misma. Los aspectos de acceso están muy enfocados hacia un debate entre la virtualidad y la presencialidad, mostrando disgusto entre los que necesitan de una presencialidad y se las prohíben y aquellos que, por su situación actual, la prefieren”, destaca Laura A. Pérez.

Asegura que el bienestar del niño o joven siempre debe ser la prioridad en todos los contextos. Considera que salvaguardar la salud es una obligación para la familia, la escuela y el Estado.

Si se piensa en discapacidad, afirma debe ponerse mayor empeño, ya que muchas de estas personas pertenecen al grupo de vulnerabilidad de la enfermedad por lo que la decisión se convierte en compleja.

“Las respuestas a las Necesidades Específicas de Apoyo Educativo no deben de ser generalizadas, sino que deben responder a los diferentes contextos y situaciones específicas del alumno en cuestión. Dentro de la misma diversidad, existe una variedad, por ejemplo, un niño con autismo a pesar de estar dentro del mismo espectro actúa, piensa y es totalmente diferente a otro niño con autismo. Por lo tanto, las estrategias y las metodologías utilizadas con el uno no necesariamente resulten con otro. Este ejemplo podemos generalizarlo a toda la diversidad”, enfatiza.

Teniendo el enfoque claro, en cuanto a la virtualidad o presencialidad en la discapacidad, entiende que la presencia de un apoyo humano es fundamental para que tanto la virtualidad como la presencialidad sean exitosas.

“En tal sentido, la tarea actual es la de elegir bien las prioridades en cuanto a competencias, contenidos y habilidades que se quiere lograr en los niños y jóvenes con necesidades específicas de apoyo educativo y que las mismas se trabajen de manera integral”, sostiene Laura.

El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), propone un enfoque individualizado y personalizado para niños y jóvenes con discapacidad a permanecer en sus terapias y en contacto con los prestadores de servicios especializados que dan apoyo directo a esta población. Hace referencia al protocolo a seguir en donde especifica el uso de la mascarilla, distanciamiento social (en los casos que se pueda) y la limpieza y desinfección necesaria.

“La presencialidad en las terapias específicas y especializadas, nunca podrán ser sustituidas por otros medios de accesibilidad, sin embargo, no está descartada la virtualidad en casos en los que pudiera resultar. Y ahí recaemos al primer planteamiento, todo dependerá de la persona, la necesidad y el contexto en particular,” enfatiza la coordinadora.

Sugiere trazar medidas universales para casos generales no responden a la misma naturaleza de la atención a la diversidad y a la inclusión. Las medidas deben ser específicas y flexibles según la diversidad de la población a tratar. Se debe evaluar la población, para dar respuestas funcionales a sus diferentes contextos.

“En casos de terapias individualizadas, la modalidad virtual no necesariamente garantiza su eficiencia. Es por esto que mientras sea oportuno y los objetivos se estén logrando, la virtualidad en momentos de COVID-19 siempre será la opción ideal. Por el contrario, aquellos casos en los que la virtualidad se convierte en una barrera para el niño o joven con discapacidad, la presencialidad planificada e individualizada debe permanecer abierta. Esta realidad se puede comparar a la necesidad de visita al médico por situación de salud”, recalca.

Por todo lo expuesto, Laura concluye diciendo que la complejidad a la situación actual y a la necesidad de atención a los niños y jóvenes en situación de discapacidad o con necesidades específicas de apoyo educativo, se convierte en prioridad para el sistema educativo.

“Dar respuesta a la diversidad representa un reto que debe verse valorado desde los diferentes aspectos que intervienen. El cierre permanente de los servicios especializados hará más complicado los procesos inclusión, es necesario alzar una voz para priorizar los servicios de terapias y la permanencia en estos servicios bajo estrictas normas de seguridad y protocolos acordes al COVID-19”, puntualiza.

Sugerencias para la implementación de medidas educativas de atención a las necesidades específicas de apoyo educativo en tiempos de COVID-19

  • Modificación de los horarios de clases a horarios más reducidos que sean ricos en contenidos y experiencias significativas.
  • Ajustes del currículo partiendo de la simplificación o sustitución a indicadores que conlleve al desarrollo de competencias centradas en la realidad de la persona y su contexto.
  • Priorización de los contenidos a tratar, tomando aquellos que podrá poner en práctica en la actualidad.
  • Alianza con centros de terapias que puedan dar el seguimiento oportuno de manera individualizada y presencial.
  • Apoyos visuales para la comunicación.
  • Instrucciones y tareas cortas que simplifiquen las acciones.

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