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El 26 de junio de 1985, Fidel Castro patrocinó una

conferencia internacional en La Habana, en torno a la

manera de eludir la deuda y formar algo así como un club

de deudores latinoamericanos. Apenas una semana antes,

los cables internacionales y las noticias servidas por las

agencias de información castristas dieron publicidad a un

hecho ampliamente elogiado por Cuba y la entonces Unión

Soviética: la renegociación de la deuda cubana con el

Kremlin.

En un discurso pronunciado en ocasión del III Congreso del

Partido Comunista de Cuba, en diciembre de 1984, Castro

dijo: “El pueblo cubano no puede esperar que termine la

austeridad antes de quince años o más (cosa que había

estado diciendo desde el mismo inicio de la revolución).

Las prioridades deben ser ahora las de conservar los

energéticos y las materias primas, incrementar las

exportaciones hacia el campo comunista y pagar las deudas

de Cuba a los países no comunistas. Es una cuestión de

honor para Cuba pagar todas sus deudas a Occidente”.

La expresión no era más que el fruto de su convencimiento

de que a Cuba no le quedaba otra opción. No sucede igual

con otros líderes, que alentados por el tipo de retórica

demagógica que solía usar el presidente cubano, que sí

pagaba, plantean en cambio la posibilidad de una moratoria

o la formación de un club de deudores con el sólo propósito

de evadir sus compromisos con la banca internacional.

En efecto, para la época en que así hablaba a la dirigencia

del Partido Comunista de su país, Castro enfrentaba una

grave amenaza. El monto de la deuda de Cuba era en 1982

de alrededor de sesenta por ciento más alta que en 1959,

cuando a la cabeza de una columna de guerrilleros tomó el

poder en La Habana. Los bancos occidentales habían

retirado depósitos del orden de unos 500 millones de

dólares de los bancos cubanos lo cual obligó prácticamente

a Cuba, unos meses más tarde, a emprender su primera

renegociación con los acreedores capitalistas.

Para finales de 1983, un año antes del famoso congreso del

PCC, la deuda de Castro con bancos comerciales del

mundo capitalista ascendía alrededor de 1,500 millones de

dólares, cerca de la mitad del monto total estimado

entonces en más de tres mil millones. Estos datos son

extraídos del conjunto de estadísticas y cifras sobre la

economía cubana que el propio Banco Nacional de ese país

presentó en marzo de 1985 a los representantes del Club de

París.

Para esa última fecha, los compromisos con los bancos

occidentales alcanzaban la suma de 1,782 millones de

dólares, lo cual confirma la conclusión de que Castro

pagaba—y con toda la puntualidad posible–, frente a la

necesidad de seguir tomando prestado para encarar los

problemas crecientes de la economía socialista cubana.

A pesar de tan evidentes pruebas de la ambigüedad

castrista, sus seguidores locales continúan mostrando

todavía , es decir la izquierda zurda progres fascista

dominicana, el cumplimiento de la deuda como una señal

de sumisión al poder extranjero. Sin duda, los escrúpulos

de esa gente resultan a veces tan insospechables como los

de aquel famoso personaje femenino que todos conocemos

por María y cuyo apellido no viene al caso mencionar.

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