¿Quién es el real culpable? ¿El funcionario corrupto o quien con su falta de escrúpulos lo tienta y le provoca que caiga en la tentación para que pueda perpetrar sus actos?

¿Quién es el verdadero responsable? ¿El empleado inepto, incompetente y perezoso o el gerente que lo contrató y no hace nada al respecto?

¿Por qué se perpetúa una conducta violenta, arbitraria y abusiva? ¿Por el que la exhibe o por quien está dispuesto a soportársela estoicamente?

¿Quién lo hace mal, el infiel, traidor o estafador o esos amigos y familiares alcahuetes que en franca complicidad están dispuestos a apañarlo?

¿A qué se debe el vacío existencial de tantos jóvenes? ¿a su falta de aspiraciones o a que sus padres han querido llenarle de tal forma sus necesidades – reales o imaginarias-que ya no le quede nada más por qué luchar?

¿Por qué se tolera un programa mediocre, una música indecente o un artista inmoral, si no fuera por los seguidores que están dispuestos a mantenerle la popularidad con su sintonía?

¿Por qué hay que protestar frente a ese niño malcriado, insolente e irrespetuoso, cuando los padres nunca lo han detenido en sus desmanes ni le han puesto límites?

¿Quién no lo hace bien, el que dice una mentira o aquel que la divulga, a sabiendas de que no es veraz?

¿Quién merece mayor repudio? ¿El delincuente que infringe la ley o el policía, fiscal o juez que lo deja salir?

¿Cuál es peor, la joven embarazada asustada y sola o quien pretende facilitarle la decisión de no tener la criatura?

¿Es el fanático religioso el problema o el que se sirve de su fe para sacarle provecho a esa devoción?

¿Sobre quién pesa el fardo de la depresión? ¿Sobre quien la padece o sobre quien nunca se dignó a buscarle ayuda?

¿Por qué existe ese superior déspota, si no es por unos subalternos serviles?

¿Quién merece mayor reprobación? ¿El que consume la droga o el que se la vende y se lucra con ella?

¿A quién atacar? ¿Al borracho o al que le paga los tragos y le mantiene su vicio?

¿A quién señalar? ¿a la esposa gastadora o al que le proporciona los fondos para que los dilapide?

¿Quién merecería mayor penalización? ¿el promotor de la pornografía o el que la consume ávidamente?

¿Quién debe ser el villano? ¿La mujer licenciosa o quien paga por sus servicios?

Toda causa lleva un efecto, toda acción una reacción. Nadie es totalmente culpable, como tampoco inocente porque cada moneda tiene dos caras.

De alguna manera y de diversas formas, somos víctimas o victimarios en cada historia porque frente a quien la provoca está quien la prohíja. Habrá que ver cuál papel elegimos representar en ese teatro que llamamos vida, si el del verdugo o el del que lo aplaude para que lo siga haciendo.

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