Es indudable que la crisis económica y de salud que ha desatado el SARS-COV-2 a nivel global va a comprometer el ritmo de avance hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En unos casos, hará retroceder los indicadores y en otros detendrá los avances. Sin embargo, esto no tiene por qué ser permanente. Por eso, el desafío es doble. El primero es lograr que el impacto negativo sea de corto plazo. El segundo es darle un nuevo impulso a la Agenda 2030, no sólo recuperando la velocidad perdida y sino aumentándola.
La Agenda 2030 es una muy amplia porque tiene 17 objetivos generales y 169 metas específicas. Sin embargo, los objetivos pueden ser agrupados en cinco grandes temas: el bienestar de las personas, la prosperidad, la protección del planeta, la construcción de instituciones sólidas de justicia y paz y la articulación de alianzas para lograr los objetivos.
El impacto negativo de la epidemia sobre los ODS tiene al menos dos puertas de entrada. La primera es el objetivo de lograr crecimiento económico y trabajo decente (ODS 8), y la segunda la de lograr más salud y bienestar para las personas (ODS 3). Sin embargo, como todos los objetivos están estrechamente interrelacionados, los retrocesos en esos dos objetivos terminarán afectando sensiblemente a la mayoría del resto. La pregunta es, entonces, cómo se transmiten los impactos negativos y que hay que hacer para contenerlos y hacerlos retroceder.
Pobreza, hambre e inseguridad alimentaria
No hay dudas de que el impacto del COVID-19 sobre la actividad económica y el empleo están siendo devastadores. Muchísimas de las empresas formales e informales y trabajadores y trabajadoras independientes se vieron forzados a detenerse. Esto redujo, de forma temporal o permanente, el empleo y los ingresos de los hogares. El resultado directo se va a observar en al menos otros dos objetivos: el objetivo del fin de la pobreza (ODS 1) y el objetivo de hambre cero (ODS 2).
El efecto directo en el objetivo de pobreza es obvio y tiene que ver con la reducción en la capacidad de compra de bienes y servicios básicos de los hogares afectados. Como esto incluye la capacidad para comprar alimentos, la crisis muy probablemente aumentará el número de personas subalimentadas e incrementará la inseguridad alimentaria porque el acceso a alimentos se reducirá.
Pero también la disponibilidad de alimentos se podría contraer por dos razones. Una es que, al reducirse la demanda, a mediano plazo no sólo la producción podría declinar sino la capacidad productiva misma en la medida en que muchas explotaciones agropecuarias, especialmente las más pequeñas y pobres, terminen desapareciendo. En ese sentido, el shock inicialmente temporal de demanda podría terminar convirtiéndose en un shock permanente de oferta. Esto reducirá la disponibilidad de alimentos en los mercados y también la capacidad de compra y el acceso a alimentos de los hogares que producen alimentos.
La otra razón es que la crisis reducirá la capacidad de importar alimentos. En la República Dominicana, el golpe económico más fuerte y con vocación de perdurar más es en el sector externo, en las actividades generadoras de divisas empezando por el turismo, pero también en las exportaciones de bienes y los ingresos por remesas. Eso reducirá la capacidad general de importar y de adquirir alimentos en los mercados internacionales. Aunque una elevada proporción de los alimentos de consumo final son de producción nacional, algunos de los insumos más críticos usados para producir alimentos como alimentos para animales y algunos productos básicos como el trigo y las grasas comestibles son principalmente importadas.
De hecho, la escasez de divisas ya se está haciendo sentir con fuerza en el tipo de cambio. El ritmo de devaluación del peso se ha duplicado. Esto implicará una subida de los precios de los alimentos importados y posiblemente de los alimentos que se producen con alimentos y otros insumos importados, en un contexto de contracción de los ingresos y del empleo.
Salud, educación, agua y saneamiento
La contracción de la actividad económica está erosionando la base impositiva y reduciendo las recaudaciones tributarias. Además, para contribuir a mantener las empresas a flote, la administración tributaria dominicana, como la de muchos otros países en el mundo, está difiriendo y cancelando obligaciones tributarias. A menos que esa caída sea adecuadamente compensada con financiamiento, el resultado será una reducción de la capacidad de los estados de proveer servicios públicos.
Esa realidad podría comprometer el logro del ODS 3 sobre salud y bienestar porque el avance en esta materia depende mucho de la acción del Estado a través de provisión de servicios, de acciones de prevención en salud y de la cobertura del seguro familiar de salud (SFS) en el régimen subsidiado. El 46% de las personas afiliadas al SFS están adscritas al régimen subsidiado. También porque el crecimiento en el desempleo se traduciría en desprotección de los hogares afectados. Por la misma razón también podría impactar el ODS 4 sobre educación de calidad porque más del 70% de la matrícula escolar en los niveles inicial, primario y secundario está en el sistema público. Además, la capacidad de compra de servicios de educación privada también podría verse afectada.
El ODS 6 sobre agua limpia y saneamiento, una de las áreas donde se ha mostrado menos efectivo en los últimos años, también depende críticamente del financiamiento público. Cerca de un 20% de la población dominicana no tiene acceso a agua potable. De forma similar, por razones obvias, el Estado tiene responsabilidades clave en el ODS 9 sobre industria e infraestructura.
El planeta y el clima
Imágenes de delfines y ballenas muy cercanos a las costas, de animales silvestres incursionando en las ciudades y de cielos despejados en ciudades que normalmente tienen aire muy contaminado podrían estar dejando la impresión de que la paralización económica está contribuyendo a recuperar ecosistemas. Sin embargo, a mediano plazo la crisis puede terminar teniendo efectos más negativos que positivos sobre los objetivos relacionados con el planeta.
No sólo se trata de que los Estados de quedan sin dinero para emprender acciones y políticas para la protección de los ecosistemas (ODS 14 y ODS 15) y la transformación tecnológica para una producción más limpia y comprometida con las respuestas frente al cambio climático (ODS 13). También las empresas que se han propuesto promover una producción y un consumo más responsable (ODS 12) y con impulsar la producción de energía no contaminante (ODS 7) podrían verse forzadas a desmontar los compromisos asumidos en un contexto de crecimiento. Los consumidores también podrían alejarse de opciones que, aunque sean más amigables con el medioambiente, podrían ser también más costosas como el uso de artículos de materiales no reciclables o el consumo de productos orgánicos.
Inequidad de género y desigualdades
La crisis está golpeando duro a las mujeres porque, además de estar perdiendo empleos, especialmente en actividades informales, está aumentando su carga de trabajo en el hogar. A eso hay que sumar que las mujeres constituyen la mayoría de las personas que están en la línea del frente en la atención en salud, con un riesgo elevado de contagio. Los impactos negativos sobre las mujeres en el mercado de trabajo y en el trabajo en el hogar pueden implicar retrocesos importantes en las metas del ODS 5 sobre igualdad de género.
Más generalmente, la desigualdad social, ya muy elevada en toda la región, puede exacerbarse en la medida en que las personas pobres son las que menos capacidades tienen para resistir a los retrocesos económicos. Las crisis les descapitalizan y tienden a recuperarse de forma más lenta. En ese sentido, los indicadores de desigualdad asociados al ODS 10 pueden retroceder.
Las prioridades
Todo lo anterior apunta a que debe haber dos prioridades. La primera es impedir mayores retrocesos económicos y sociales. Esto implica hacer todos los esfuerzos posibles para evitar que el gasto público decline. Es esencial mantener y fortalecer los servicios sociales básicos. Más aún, en los próximos meses habrá que aumentar el gasto público bastante por encima de lo que ha sido en los últimos años. Es el instrumento más inmediato y eficaz para recuperar el crecimiento, y con ello los empleos, los ingresos de los hogares y los ingresos tributarios. Todo eso tiene efectos directos en las metas más afectadas de los ODS.
La segunda prioridad es estructural y de mediano plazo y supone impulsar de forma mucho más decidida una agenda de desarrollo que tenga en el centro el ODS 16: construir instituciones de paz y justicia. La crisis hubiese sido menos severa con los más pobres, si hubiésemos contado con seguridad social universal y un sistema de salud mínimamente eficaz, si hubiésemos tenido un sistema tributario más progresivo y con más recursos para proteger a la gente y para responder a la crisis, si hubiésemos avanzado más en una educación de más calidad, si hubiésemos hecho mucho más por lograr una agricultura más productiva y sostenible y si hubiésemos tenido una justicia más sana que, en vez de garantizar la impunidad, sancionara la corrupción. Para moverse en esa dirección, hay que construir poder y cambiar la correlación de fuerzas.