El informe PISA, ampliamente divulgado, da cuenta de que no hay tal “revolución educativa” en el país como con un despliegue de publicidad pregona el gobierno. Ese informe dice que nuestro país presenta el más bajo rendimiento, el penúltimo, en los educandos en matemáticas, lectura y ciencias.

Cuando se acordó establecer el 4% del Producto Interno Bruto (PIB) para educación, el Dr. Leonel Fernández salía de la presidencia y el Lic. Danilo Medina entraba. Recuerdo que el primero le planteó al ahora Presidente, en una conversación ocasional, que se trataba de un tema de calidad en la currícula (plural de currículum y entraña el diseño educativo que planifica las actividades académicas).

En declaraciones públicas el Dr. Fernández se refirió al tema precisando que la inversión desde el gobierno que presidió en 2004, era de 1.6% llevando la inversión a 3% en 2012. Reafirmaba, sin embargo, la necesidad de que la inversión fuera en correspondencia con la calidad educativa.

El informe PISA le ha dado la razón a Leonel. Por demás, desmiente de golpe la anunciada “revolución educativa” que con costosa publicidad realiza el gobierno.

El Presidente Medina ha colocado ministros en Educación que no son especialistas en el tema y ni siquiera han sido maestros. Ninguno puede entender que el sistema educativo envuelve un proceso de enseñanza aprendizaje sobre la base de una plantilla de materias adecuadas a lo que se persigue, un método de enseñar, maestros con dominio y con métodos pedagógicos y didácticos. El plantel y sus dependencias van en armonía con los objetivos del aprendizaje, aunque vale aquella expresión de que la escuela es donde está el maestro.

Hace 34 años (1985) que dejé de ser el director del Colegio Universitario de la UASD, unidad, en aquel momento, de ingreso a esa institución; dos años después pasé a ser Rector de ella, la universidad primada de América.

Mientras estuve en la UASD, concentramos esfuerzos en mejorar la calidad en la educación básica. Los resultados en el Colegio Universitario daban cuenta de las grandes deficiencias de los educandos en matemáticas, ciencias y lenguaje, situación que se traducía en darle de baja temporal a un número significativo de estudiantes y baja definitiva a alrededor de un millar cada año. Estuve 15 años al frente del Colegio Universitario; se mejoraron los programas y métodos de enseñanza, la formación de los educadores, las instalaciones físicas y la asistencia individualizada al educando, incluyendo los niveles académicos a los de nuevo ingreso.

Los resultados, al término de cada semestre, persistían: eran reprobados porcentajes sobre el 50% en matemáticas y ciencias, y un poco menos en lenguaje. Era obvio, y lo es hoy también, que la población escolar es mal conducida en ese proceso de enseñanza aprendizaje de ayer y hoy.

Penosamente, quien no es diestro en los símbolos de la comunicación (lenguaje y números) tiene dificultades para el aprendizaje. Peor aún, no tiene un pensamiento lógico, porque si algo trae consigo las matemáticas, es la lógica. Mucho más, la creatividad en su cerebro no se desarrolla y más bien se hipertrofia.

Con frecuencia se reclama recursos humanos de calidad para la demanda de desarrollo social y económico, no puede haberlo en la proporción necesitada por la baja calidad educativa que patrocina el Estado.

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